Estado de la población mundial - 8.000 millones de vidas, Infinitas Posibilidades

Publication date: 2023

estado de la población m undial 2023 8�000 m illones de vidas, infinitas posibilidades: argum entos a favor de los derechos y libertades Impreso en papel reciclado eISBN: 9789210027151 ISSN (versión impresa): 2518-671X ISSN (versión en línea): 2519-8998 Fondo de Población de las Naciones Unidas 605 Third Avenue New York, NY 10158 Tel�: +1 (212) 297-5000 www�unfpa�org/es @UNFPA Asegurando derechos y opciones para todos argumentos a favor de los derechos y libertades 8.000 millones de vidas, INFINITAS POSIBILIDADES Informe sobre el Estado de la Población Mundial 2023 El presente informe ha sido elaborado bajo los auspicios de la División de Comunicaciones y Alianzas Estratégicas del UNFPA� REDACTOR JEFE: Ian McFarlane EQUIPO EDITORIAL Edición principal: Rebecca Zerzan Edición de producción y dirección creativa: Katie Black y Katie Madonia Edición de los relatos: Richard Kollodge Redacción de los relatos: Leyla Alyanak, Janet Jensen y Richard Kollodge Apoyo y orientación a la edición: Jacqueline Daldin, Tara Jayaram, Lisa Ratcliffe y Catherine Trautwein Dirección de la edición digital: Katie Black Asesoría de la edición digital: Enes Champo Verificación de datos: Ines Finchelstein ASESORÍA SUPERIOR EN INVESTIGACIÓN: Silvia E� Giorguli INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN EXTERNA Daniel Baker, Nikolai Botev, Ann Garbett, Stuart Gietel-Basten, Gretchen Luchsinger, Rishita Nandagiri, Rebecca Sear y Tomas Sobotka ASESORÍA TÉCNICA DEL UNFPA Alanna Armitage, Satvika Chalasani, Jens-Hagen Eschenbaecher, Michael Herrmann, Sandile Simelane y Rachel Snow ILUSTRACIONES ORIGINALES POR ENCARGO Cecilie Waagner Falkenstrøm de ARTificial Mind Studio MAPAS Y DESIGNACIONES Las designaciones utilizadas y la presentación de material en los mapas no entrañan la expresión por parte del UNFPA de ningún tipo de opinión con respecto a la situación jurídica de ningún país, territorio, ciudad o zona ni de sus autoridades, ni con respecto a la delimitación de sus fronteras� AGRADECIMIENTOS El UNFPA agradece a las personas siguientes por compartir con nosotros algunos aspectos de su vida de cara a la elaboración de este informe: Amsalu (Etiopía); Ardit Dakshi (Albania); Diana Donțu (Moldova); Josephine Ferorelli (Estados Unidos de América); Irina Fusu (Moldova); Emmanuel Ganse (Benin); Gelila (Etiopía); Hideko (Japón); Pela Judith (Madagascar); Meghan Kallman (Estados Unidos de América); Saori Kamano (Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social del Japón); Gibson Kawago (Tanzanía); Khaled (Yemen); Pat Kupchi (Nigeria); Joseph Mondo (Papua Nueva Guinea); Ki Nam Park (Asociación Coreana para la Población, la Salud y el Bienestar); Natsuko (Japón); Paul Ndhlovu (Zimbabwe); Jelena Perić (Serbia); Rama (nombre ficticio) (Siria); Said (nombre ficticio) (Omán); Norbert Safari (República Democrática del Congo); Senad Santic (Bosnia y Herzegovina); Sawako Shirahase (Universidad de las Naciones Unidas); Yeon Soo (República de Corea); Jonathan Stack (Estados Unidos de América); Idil Üner (Türkiye); Volatanae (Madagascar); Ibrahim Wada (Nigeria); Shannon Wood (Universidad Johns Hopkins); e Ivana Zubac (Serbia). La Directora de la Subdivisión de Comunicaciones y Medios de Difusión UNFPA, Selinde Dulckeit, proporcionó información de incalculable valor para la redacción del borrador, del mismo modo que la Directora Técnica del UNFPA, la Dra� Julitta Onabanjo, y diversos miembros de la Oficina de la Directora Ejecutiva, como Teresa Buerkle, Sam Choritz, Saturnin Epie, Alana Ngoh, Pio Smith y Anne Wittenberg� Las personas a continuación —compañeros del UNFPA y otros colaboradores de todo el mundo— brindaron orientación técnica o contribuyeron a la preparación de artículos y demás contenidos: Samir Aldarabi, Adolfo Ballina, Jacob Enoh Eben, Jens-Hagen Eschenbaecher, Rose Marie Gad, Lilian Landau, Nouran Makhlouf y Julia Novichenok� Alessio Cangiano, Sabrina Juran, Mengjia Liang, Rintaro Mori y Fredrick Okwayo —especialistas de la Subdivisión de Población y Desarrollo del UNFPA— proporcionaron datos para la sección dedicada a los indicadores del presente informe, así como orientación técnica general� La autora Ann Garbett coordinó el análisis de los resultados de la encuesta de YouGov y de los datos de la Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo� En www�unfpa�org/swp2023/YouGovData puede encontrarse un análisis más pormenorizado de la encuesta de YouGov� Impresión y diseño interactivo: Prographics, Inc� Los editores agradecen las contribuciones de asociados, como los especialistas de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas — en especial, Giulia Gonnella, Vladimíra Kantorová, Vinod Mishra, Karoline Schmid y Guangyu Zhang—, los especialistas de la Organización Internacional para las Migraciones —sobre todo Marie McAuliffe—, los expertos de YouGov —Tanya Abraham en particular—, los expertos del Instituto Brown —más concretamente, Vrinda G� Bhat, Mark Hansen, Michael Krisch, Katherine R� Watson y Katharina Tittel—, y Aditya Bharadwaj, una autoridad en el campo de la salud y las tecnologías reproductivas� UN APUNTE SOBRE LAS ILUSTRACIONES Las ilustraciones del presente informe son fruto del trabajo de Cecilie Waagner Falkenstrøm, una artista con múltiples galardones en su haber y que fundó el estudio de arte y tecnología ARTificial Mind� La labor artística de Waagner Falkenstrøm —que se vale de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y otras técnicas de vanguardia para dar pie a una reflexión sobre nuestra relación con la tecnología— plasma los temas centrales del informe de este año: los peligros y promesas de un futuro no tan lejano, los temores que surgen a partir de esas incógnitas y las posibilidades infinitas que quedan a nuestro alcance al garantizar los derechos y libertades de toda la humanidad� Gracias a su capacidad para salvar las distancias entre la imaginación y la realidad, las ilustraciones de este año engloban las inquietudes y oportunidades que el futuro nos depara y, más aún, recalcan nuestro papel como coautores de ese porvenir� Asegurando derechos y opciones para todos 8.000 millones de vidas, INFINITAS POSIBILIDADES argumentos a favor de los derechos y libertades Una familia humana, 8.000 millones de miembros página 10 RELATO: Lo importante no es la cantidad, sino la calidad de vida � � 28 PUNTO DE MIRA: Demasiado alta, demasiado baja: el largo historial de debates en torno a la poblacíon � �30 ¿Demasiado alta? página 34 RELATO: La juventud abre nuevos caminos � � � � � � � � � � � � � �40 RELATO: Con el uso encubierto de anticonceptivos, las mujeres disputan el poder que los hombres ejercen sobre las decisiones relativas a la maternidad � � � � � �56 RELATO: La planificación familiar: una estrategia de supervivencia frente al cambio climático � � � � �59 PUNTO DE MIRA: Las falacias de aspirar a una tasa de fecundidad en el nivel de reemplazo � � � � � � �60 ¿Demasiado baja? página 64 RELATO: Atraer a los repatriados de los Balcanes � � � � � � � � � � � � � � 76 RELATO: Las expectativas sobre el papel de la mujer en su vida personal y profesional arrastran las tasas de fecundidad y nupcialidad a mínimos históricos � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 80 RELATO: Lugares de trabajo adaptados a las necesidades familiares para potenciar la resiliencia demográfica � � � � � 86 PUNTO DE MIRA: La migración forma parte de la solución � � � � � 96 Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 ÍNDICE PRÓLOGO � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 4 RESUMEN � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 6 Estado actual de la libertad reproductiva página 98 RELATO: En un mundo centrado en el crecimiento demográfico, se pueden pasar por alto las necesidades de las parejas infértiles � � � � � � � � � � � � � � � � � � 104 RELATO: Imaginar un futuro mejor � � � � � �110 RELATO: La vasectomía como acto de amor empoderador � � � � � � � � � � � � � � � � 120 PUNTO DE MIRA: Centrar la atención en las personas más vulnerables: embarazos en la adolescencia y violación de derechos � � � � � � � � � � � � � 124 La clave está en los derechos página 126 RELATO: Para obtener datos precisos y creíbles, la participación y la confianza son fundamentales � � �134 Capítulo 4 Capítulo 5 INDICADORES � � � � � � � 151 NOTAS TÉCNICAS � � � � 170 REFERENCIAS � � � � � � � 175 En noviembre de 2022, la población mundial rebasó el umbral de los 8.000 millones de personas. Para muchos de nosotros, este hito da algo que celebrar a toda la familia humana, ya que significa que disfrutamos de una vida más larga, un mejor estado de salud y más derechos y libertades que en cualquier otro momento de la historia. No se puede negar la relación que existe entre la autonomía reproductiva y la mejora de la salud: cuando las mujeres tienen la potestad de tomar decisiones sobre su cuerpo y su vida, prosperan tanto ellas como su familia, al igual que la sociedad. Sin embargo, buena parte del planeta recibió un mensaje muy distinto. Muchos titulares de prensa lo interpretaron como el peligro de que la Tierra esté al borde de la superpoblación o de que algunos países y regiones estén condenados a la obsolescencia por culpa del envejecimiento. Por algún motivo, al hacer el cómputo de habitantes y batir los récords demográficos, los derechos y el potencial de las personas quedan relegados a un segundo plano con demasiada facilidad. Vemos una y otra vez como las tasas de natalidad se consideran un problema (y también una solución) sin apenas tener en cuenta la capacidad de acción de quienes dan a luz. A estas alturas, el relato ya debería haber cambiado. En 1994, el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) reconoció que promover la igualdad de género, fomentar el empoderamiento de las mujeres y velar por que estas pudieran tomar las riendas de su fecundidad tenían que ser los ejes centrales de los programas demográficos y de desarrollo. En buena medida, esa visión se articuló porque los movimientos femeninos habían presenciado los atropellos que llegan a ocurrir si la planificación familiar se emplea como herramienta de “control demográfico” y las ventajas que el empoderamiento y la planificación familiar autónoma brindan a las personas. Hoy en día, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible indica expresamente que la salud sexual y reproductiva y la igualdad de género resultan fundamentales para abrir la puerta a un futuro más próspero y sostenible. Entonces, ¿cómo se explica que la autonomía corporal aún esté vedada a tantísimas mujeres? Según los datos más recientes que se recabaron en 68 países, alrededor del 44% de las mujeres con pareja no tiene la posibilidad de tomar decisiones sobre atención médica, sexo o anticonceptivos. ¿En qué se traduce esa cifra? Casi la mitad de los embarazos no son intencionales, lo que anula el derecho humano básico de las mujeres a decidir de forma libre y responsable cuántos hijos quieren tener y el intervalo entre ellos. PRÓLOGO 4 Prólogo En la actualidad, el cambio climático, las pandemias, los conflictos, los desplazamientos en masa, la incertidumbre económica y otras cuestiones similares dan más fuerza a las preocupaciones en torno a la superpoblación y la despoblación. Sin embargo, la reproducción humana no es ni el problema ni la solución. La presente edición del Informe sobre el Estado de la Población Mundial —que corre a cargo de un panel de asesores, investigadores y autores externos que colaboran con el personal técnico y los editores del UNFPA— estudia la relación entre la ampliación de nuestro concepto de población y el hallazgo de nuevas soluciones que potencien la resiliencia demográfica y contribuyan a forjar un futuro más próspero y equitativo. Muchas de esas preocupaciones pueden remediarse con un enfoque que suele pasarse por alto: la promoción de la igualdad de género. En los países en proceso de envejecimiento y con bajas tasas de fecundidad donde la productividad laboral causa inquietud, el logro de la paridad de género en la fuerza de trabajo se considera el método más eficaz para impulsar la productividad y el crecimiento de los ingresos. En los países con tasas de fecundidad elevadas, se ha demostrado que el empoderamiento a través de la educación y la planificación familiar aporta notables beneficios en términos de crecimiento económico y desarrollo del capital humano. Por eso mismo, el UNFPA reivindica que se intensifiquen las gestiones encaminadas a llevar a la práctica la autonomía corporal y respaldar la salud y derechos sexuales y reproductivos para toda la humanidad, que son los pilares de la igualdad plena, la dignidad y las oportunidades. Todas las personas que componen la familia humana tienen derecho a tomar decisiones libres y fundadas acerca de su salud, su cuerpo y su futuro. Cualquier debate sobre cuestiones demográficas debe partir de ese derecho. A fin de cuentas, la población gira en torno a las personas y a la creación de las condiciones para que los 8.000 millones de habitantes de la Tierra podamos llevar una vida plena y libre, iguales en dignidad y derechos, en un planeta sano, seguro y próspero. Si invertimos en la población y en su potencial, derechos y libertades, comprobaremos que toda la especie humana sale ganando. Dra. Natalia Kanem Directora Ejecutiva Fondo de Población de las Naciones Unidas 5E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 Vivimos en un mundo lleno de posibilidades y esperanza donde la familia humana ha alcanzado unas dimensiones nunca vistas. Es un mundo en el que, en términos generales, disfrutamos de vidas más largas, un mejor estado de salud, más derechos y una mayor variedad de opciones que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. También se trata de un mundo colmado de inquietudes: las tensiones del día a día se acumulan a gran velocidad en un contexto de incertidumbre económica, el problema existencial del cambio climático, el aumento incesante de los estragos de la pandemia de COVID-19 y la devastación sin tregua de los conflictos. Las Naciones Unidas anunciaron en noviembre de 2022 que la población del planeta había rebasado los 8.000 millones de personas y que dos tercios de ellas residían en lugares donde las tasas de fecundidad no llegaban a 2,1 nacimientos por mujeres, el punto denominado “nivel de reemplazo”. Estas tendencias proporcionan una imagen matizada de la transición demográfica —pasar de niveles elevados de mortalidad y fecundidad a otros más bajos— conforme avanza en diversos países y circunstancias. RESUMEN Sin embargo, los detalles del relato se pasaban por alto con mucha frecuencia. Algunos expertos pregonaban que el mundo no podría soportar una población “demasiado alta” al mismo tiempo que otros avisaban del hundimiento de la civilización que traería aparejado una población “demasiado baja”. Parece que todas las tendencias demográficas traen a la mente una hecatombe particular. ¿Demasiada gente joven? Tiene un efecto desestabilizador. ¿Demasiada gente mayor? Una carga. ¿Demasiados migrantes? Un peligro. Es cierto que la población suscita preocupaciones fundadas y urgentes, como la intrincada relación entre el tamaño de la población, la riqueza y el consumo de combustibles fósiles, así como las dificultades que plantea la elaboración de presupuestos para infraestructura, servicios de salud y programas de pensiones. No obstante, si aplicamos la brocha gorda a los matices, desdibujamos los mismos problemas que debemos resolver y los cubrimos con capas de reproches y exageraciones. Por lo general, las tasas de fecundidad que se desvían del 2,1 se interpretan como signos de alerta que vaticinan bien la superpoblación inminente, bien la despoblación catastrófica. A menudo se afirma o se da a entender que, por consiguiente, las soluciones tienen que girar en torno a la fecundidad. Los miedos y los remedios empiezan a adoptar la forma de un cuerpo de mujer. Este alarmismo genera riesgos muy reales; por un 6 Resumen lado, que la ansiedad demográfica nos distraiga de problemas que tienen solución pese a su gravedad, y por otro, que la ansiedad demográfica se convierta en una justificación para privar a las niñas y las mujeres de sus derechos y autonomía corporal. La importancia de la población La elaboración del Informe sobre el Estado de la Población Mundial corre a cargo de un panel de asesores, investigadores y autores externos que colaboran con el personal técnico y los editores del UNFPA para aglutinar las opiniones de especialistas independientes de primera fila sobre temas relacionados con el mandato del Fondo. El presente documento estudia cómo se perciben las tendencias demográficas actuales —a ojos de la opinión pública, los encargados de formular políticas, el mundo académico y otros actores— y la repercusión de dichos puntos de vista en la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Que nadie se equivoque: las tendencias demográficas son una realidad y tienen una influencia desmesurada. Repercuten en la cultura, las relaciones sociales, las economías y el discurso político; además, afectan a las posturas desde las que afrontamos el cambio climático, asignamos recursos y reaccionamos a la evolución de la fuerza laboral, entre otras cuestiones. Sin embargo, y precisamente porque las tendencias demográficas revisten tanta importancia, hemos de ir más allá de la tendencia de reducir a toda la humanidad a la amenaza de una “explosión” o un “descalabro” poblacional. Parte de la razón de que esas narrativas alarmistas perduren se debe a que proporcionan argumentos fáciles y pueden esgrimirse como defensa de “remedios” sencillos, pero engañosos, como fijar objetivos de fecundidad con la intención de “corregir” el tamaño de la población. La investigación para elaborar este informe reveló que en los últimos tiempos se ha producido un repunte acusado de los gobiernos que adoptan políticas orientadas a aumentar, reducir o mantener las tasas de fecundidad. Además, el porcentaje de países con políticas para incrementar la fecundidad ha aumentado, mientras que el porcentaje de países sin políticas de fecundidad ha disminuido. Las políticas diseñadas para repercutir en las tasas de fecundidad no tienen por qué ser coercitivas (las hay de muchos tipos), pero, por lo general, al analizar las medidas que se proponen influir en la fecundidad, vemos que se asocian a un recorte de las libertades humanas. La realidad es que, cuando hablamos de poblaciones, no existe el tamaño perfecto ni ningún método fiable para llegar a una cantidad determinada de habitantes. Las tasas de fecundidad oscilan por motivos sumamente diversos que van mucho más allá del ámbito de las metas y las políticas estatales. A veces, el empeño en manipular el tamaño de la población atenta contra la lógica. Por ejemplo, incentivar que nazcan más niños y niñas como respuesta al envejecimiento poblacional no tiene en cuenta que así apenas se mitiga la escasez de mano de obra y la carga de las pensiones a corto plazo; de hecho, se trata de una medida que genera más demanda de grandes inversiones (como la educación) mucho antes de que esos bebés lleguen a ser trabajadores productivos que pagan impuestos. Aun así, los planteamientos de ese tipo todavía se acogen con beneplácito en muchos lugares, y no solo por parte de los encargados de formular políticas, sino también de la clase política, los analistas y quienes integran las 7E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 7 comunidades. Tal vez parezca que dedicar más esfuerzos a las cifras de población y a convencer a las mujeres de tener más o menos hijos resulta más viable que reducir las emisiones o potenciar el consumo y la producción sostenibles para luchar contra la crisis climática o que invertir el dinero público necesario para garantizar el acceso equitativo a educación, empleo, cobertura sanitaria y protección social de calidad. De ese modo, el cuerpo de las mujeres y las niñas se contempla como un instrumento para llevar a la práctica los ideales demográficos. Tal concepción sería impensable si no fuera porque la población femenina sigue en situación de subordinación social, política y económica. Claro está que las buenas intenciones también suelen entrar en juego: crear condiciones favorables a la familia para aquellas personas que quieran tener hijos y facilitar anticonceptivos a aquellas que no son iniciativas vitales que respaldan los derechos reproductivos y la igualdad de género. Asimismo, sin embargo, la noción de que las tasas de fecundidad altas y bajas exigen, respectivamente, anticonceptivos y políticas favorables a la familia es simplista en exceso. La infertilidad está extendida en contextos de gran fecundidad de la misma manera que la necesidad insatisfecha de anticoncepción es habitual en entornos de poca fecundidad; independientemente de las circunstancias, se requiere toda una gama de servicios de salud reproductiva y de protecciones a la igualdad de género. Por otra parte, existe el riesgo de que quienes preparan o aplican políticas de fecundidad acaben por creer que encauzar las tasas de fecundidad constituye su objetivo principal. Sabemos que si esto sucede, el resultado puede menoscabar la libertad de decisión de las mujeres y restringir sus derechos. Los últimos datos sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible indican que, de los 68 países que presentan informes al respecto, en torno al 44% de las mujeres con pareja no tiene la posibilidad de tomar decisiones sobre atención de la salud, sexo o anticoncepción (UNFPA, 2023). Las personas más vulnerables tienen poco o ningún control sobre su autonomía corporal, un hecho que nos obliga a dar prioridad a sus necesidades, derechos, libertades y dignidad en, entre otras esferas, las políticas demográficas. El camino a los derechos y la resiliencia No cabe duda de que las antiguas fórmulas de gestión de cambios poblacionales no surten efecto; en el peor de los casos, derivan en violencia y sufrimiento. Otro tanto puede decirse de la desesperación, que puede llevarnos a hacer concesiones respecto a los derechos convenidos. ¿Cuántas veces hemos presenciado el uso del miedo para dividir a poblaciones en “nosotros” y “los otros”? ¿Qué alicientes tenemos para unir fuerzas y así alcanzar un futuro mejor si solo somos capaces de imaginar uno peor? Por suerte, los países empiezan a dejar a un lado los miedos y reaccionan ante las dificultades con nuevas soluciones dirigidas a favorecer que las poblaciones avancen y florezcan de verdad. Cuando formulan planes con miras a los procesos de cambio demográfico, su propósito no es fijar metas, sino procurar la resiliencia demográfica. Esta postura implica que los sistemas sociales y económicos permanecen en sintonía con lo que la gente afirma querer y necesitar para progresar en épocas de bonanza y peligros. Tomar este camino significa adquirir más conocimientos sobre población e invertir en la recopilación y el análisis de los datos imprescindibles para poder estudiar la suma total de las poblaciones y las tasas de fecundidad, pero también para ver más allá de ellas. Quizás surja una visión más exacta si, por ejemplo, se toma la estructura por edades, la migración, las tasas de mortalidad y la edad a la que se tienen hijos. Los datos podrían tomar en consideración la transformación de las normas sociales y de género y las intenciones en materia de fecundidad. Podrían definir mejor las convergencias de la demografía y la igualdad de género, como se hizo en un estudio reciente de las Naciones Unidas, que llegó a la conclusión de que, a la hora de sostener la economía de una sociedad en proceso de envejecimiento y con tasas de fecundidad bajas, impulsar la paridad de género en la fuerza de trabajo resultaría mucho más útil que aumentar de nuevo la fecundidad (DAES, 2023a). Las preguntas que formulamos al usar dicha información revisten la misma importancia. Por ejemplo, en lugar de cuestionar si la tasa de fecundidad es demasiado alta o baja, otra opción sería plantearnos si la humanidad puede ejercer sus derechos sexuales y reproductivos y, en caso negativo, qué se necesita para suplir esas carencias. ¿Hasta qué punto se protege el espacio para hacer efectivo el libre albedrío? ¿Se protege en la misma medida para todas las personas sin excepciones en la teoría o en la práctica, tal y como estipulan las normas de derechos humanos? ¿La orientación del proceso de averiguación y las decisiones sobre el rumbo que sigue y las conclusiones a las que llega están en manos de actores heterogéneos? La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994 marcó un hito en el giro hacia la salud y los derechos sexuales y reproductivos en detrimento de las ideologías basadas en el control demográfico. Esto se debió en gran parte a labor enérgica de promoción de los movimientos femeninos y de la disposición de los encargados de formular políticas a prestar atención a sus argumentos con respecto a los derechos y libertades. Ha llegado el momento de volver a prestar atención. Eso supone escuchar las opiniones de quienes expresan sus inquietudes, las que se reflejan en los relatos del presente informe. Significa tener en cuenta las voces de quienes abogan por la justicia sexual y reproductiva, que no solo examina factores aislados como el acceso a los anticonceptivos, sino todas las circunstancias necesarias para que los derechos y las libertades se materialicen —desde la seguridad económica a un entorno sostenible y sin contaminación, pasando por romper el yugo de la violencia y la discriminación—. Son llamamientos para actuar que nacen de la convicción de que podemos labrarnos un futuro mejor si todos remamos en la misma dirección; no únicamente los encargados de formular políticas y los parlamentarios, sino también la juventud, las personas de edad, los activistas, el sector privado y los grupos de la sociedad civil. Hemos de crear juntos un mundo en el que ejercer nuestros derechos, libertades y responsabilidades esté al alcance de cualquiera. Es una condición necesaria para que el planeta que da cobijo a 8.000 millones de personas sea un lugar más sostenible, justo e igualitario. El futuro nos abre infinitas posibilidades. No hay tiempo que perder. 9E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 Capítulo 1 Una familia humana, 8.000 MILLONES de miembros E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 11 La familia humana ha alcanzado la cifra de 8.000 millones, un hito digno de ser celebrado. Es el resultado de una serie de avances históricos para la humanidad en el ámbito de la medicina, la ciencia, la salud, la agricultura y la educación. Más recién nacidos superan los delicados primeros meses de vida (OMS, 2022). Han aumentado las probabilidades de que los niños lleguen a la edad adulta (Small Arms Survey, 2022), y las personas viven vidas más largas y disfrutan de una salud mejor. Estos avances son el resultado de los adelantos en campos como, por ejemplo, la salud pública, la nutrición y la educación, y de que cada vez más personas puedan acceder a estas mejoras. En las últimas décadas, este progreso se ha reforzado mediante compromisos —en materia de derechos humanos, salud universal, desarrollo sostenible e igualdad de género— asumidos por gobiernos, movimientos no gubernamentales y el sector privado, entre otros. Uno de estos compromisos es el contraído con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) mundiales, en los que se basa la agenda para la transformación internacional, que persigue el desarrollo de todas las personas de aquí a 2030. La comunidad internacional, no solo a través de los ODS, sino también de acuerdos, instrumentos jurídicos y normas sociales que se han ido adaptando, garantiza a todos los individuos el mismo derecho a la vida y al más alto nivel posible de salud y dignidad. Todos los seres humanos merecen disfrutar de estos derechos humanos y de las posibilidades que dichos derechos pueden abrir ante ellos. Aun así, la humanidad ha alcanzado la cifra de población de 8.000 millones en un contexto marcado por múltiples crisis, solapadas y cada vez más agudas. Hasta la fecha, la pandemia de COVID-19 ha provocado la muerte de más de 6 millones de personas (algunos cálculos estiman 21 millones) (Msemburi et al., 2022; The Economist, 2022; OMS, 2022a). La catástrofe climática (PNUMA, 2022), el debilitamiento de las economías, los conflictos, la escasez alimentaria y energética y la desinformación impulsada por la tecnología son una amenaza en cualquier lugar del mundo. El futuro se antoja desolador; de acuerdo con el Informe sobre desarrollo humano del año 2022, más de 6 de cada 7 personas en todo el mundo afirman sentirse inseguras (PNUD, 2022). A la vista de estos miedos, es muy fácil interpretar los grandes titulares demográficos del momento —8.000 millones de personas en la Tierra y tasas de fecundidad que bajan hasta su mínimo histórico en muchos países (DAES, 2022)— como señales de un desastre inminente. La gente busca respuestas y “la población” se presenta como un buen chivo expiatorio para explicar muchos problemas. Esta tendencia implica algunos riesgos, como buscar culpables entre las personas cuyo aspecto o forma de vivir es diferente. Ahora mismo, estamos presenciando el despliegue de esta inquietud. Se expresa a través de temores relacionados con la “superpoblación”, la percepción de que hay más gente en la Tierra que la que el planeta puede sostener. Al mismo tiempo, sobre todo en los países con las menores tasas de fecundidad, surgen inquietudes relacionadas con la despoblación, preocupación por la merma de la fuerza de trabajo y el “colapso” de las comunidades o los países. Ambos miedos se están manifestando al mismo tiempo en muchos sitios. En los medios de comunicación, encontramos titulares que cuentan parte de la historia. “Planeta Tierra: 8.000 millones de personas y escasez de recursos”, rezaba un titular (Agence France-Presse, 2022) en noviembre de 2022, cuando se alcanzó la histórica cifra. “Las mujeres jóvenes reniegan del matrimonio y los hijos mientras el número de ancianos no cesa de crecer”, resaltaba un subtitular de otro artículo periodístico (Zhang, 2022), seguido de “Un demógrafo afirma que este problema podría llegar a considerarse un asunto de seguridad nacional”. Es fácil encontrar versiones de estos mensajes por todo el mundo: “Conforme se agrava el cambio climático, Egipto pide a las familias que tengan menos hijos” (O’Grady y Mahfouz, 2022). “Corea del Sur Una familia humana, 8�000 millones de miembros12 ha invertido ya 200.000 millones de dólares, pero no hay suficiente dinero para convencer a la gente de que tenga un hijo” (Hancocks, 2022). “‘No hay Letonia sin letones’: el descenso demográfico de Europa Oriental” (Henley, 2022). “Hay una bomba de relojería demográfica a punto de estallar y de reconfigurar el mundo que conocemos. La población del planeta está cerca de tocar techo. Lo que venga a continuación será irreconocible” (Shute, 2022). Ni el tono ni las palabras escogidos para estas declaraciones reflejan la complejidad de las tendencias demográficas, así como tampoco los derechos y la autonomía de los individuos (consulte el recuadro “Adopción del lenguaje de los derechos”), pero no es un problema exclusivo de los medios de comunicación. De los debates políticos a los programas de radio, pasando por las conversaciones entre amigos, se ha generalizado la > Más recién nacidos superan los delicados primeros meses de vida. > Han aumentado las probabilidades de que los niños lleguen a la edad adulta. > Las personas viven vidas más largas y disfrutan de una salud mejor. _ _ _ E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 13 idea de que los países o el mundo deberían trabajar en pos de un ideal, bien sea relativo al tamaño o la composición de la población, bien a la tasa de fecundidad. En algunos casos, las políticas públicas articulan estas metas, aunque la historia está plagada de ejemplos de lo peligroso que es fijar objetivos demográficos, que suelen implicar medidas coercitivas para que las personas tomen decisiones relacionadas con la libertad reproductiva que quizás no se plantearían en otras circunstancias. Este proceso abarca una amplia gama de acciones, desde la persuasión y las campañas públicas hasta formas de discriminación sutiles o manifiestas, que pueden llegar incluso al uso forzado o la denegación de anticonceptivos y de otros servicios de salud sexual y reproductiva. Cifras que respaldan los derechos Todos los seres humanos tienen el derecho de tomar sus propias decisiones acerca de cuándo o sobre si tener hijos, cuántos tener y con quién tenerlos. El derecho a la autonomía corporal se refiere exactamente a eso: la capacidad para tomar una decisión libre e informada, sin trabas motivadas por una agenda demográfica, económica, social, política, ambiental o de seguridad. Esto no quiere decir que las cifras de población no tengan importancia; la tienen, porque todos los seres humanos importan. Estos datos ofrecen información fiable y prospectiva sobre las posibles necesidades de > Una historia de vaivenes Las fluctuaciones de población no son inusuales. Los vestigios arqueológicos muestran que, a lo largo de la historia de la humanidad, periodos de rápido crecimiento demográfico han alternado con otros marcados por un descenso de la población (Shennan y Sear, 2021). La mayoría de las explosiones demográficas siguieron a periodos con altas tasas de mortalidad temprana provocadas por sucesos como guerras, hambrunas o epidemias� La pandemia de COVID-19 y la persistente epidemia de VIH/sida nos recuerdan que las enfermedades pueden seguir siendo un factor determinante en las tendencias demográficas a gran escala. Pese a esto, actualmente, el descenso del tamaño de la población es casi siempre atribuible a la reducción de la fecundidad y a la emigración, no a contextos de alta mortalidad, toda una prueba de los avances conseguidos en los ámbitos científico y tecnológico, así como en la consolidación de la paz. A día de hoy, la mayoría de los expertos coinciden: los cambios demográficos son habituales y el tamaño de cada población no es ni bueno ni malo; lo imprescindible es contar con sistemas resilientes que muestren capacidad para responder a las necesidades de la población, sea cual sea su tamaño� Asimismo, las subidas y bajadas de las tasas de fecundidad no son ni buenas ni malas; en todo caso, deberían ser una expresión de la libertad y los derechos reproductivos de cada individuo� Una familia humana, 8�000 millones de miembros14 las comunidades a cinco, quince e incluso cincuenta años vista. Por ejemplo, las cohortes de menores de 1 año requerirán inversiones en servicios de educación y atención de la salud. Las condiciones en las que crezcan estas cohortes, su posible impacto futuro sobre los mercados laborales y los fondos de pensiones, las comparativas que se puedan establecer entre cohortes de una misma comunidad y de distintas comunidades… Toda esta información ofrece a los encargados de formular políticas un anticipo de un futuro posible y de posibilidades venideras. Gracias a estos datos, estarán mejor preparados para afrontar los cambios inminentes y tomar medidas como aumentar la inversión en sistemas de ayudas para un gran número de estudiantes, de solicitantes de empleo o de población jubilada. Asimismo, las cifras de población son fundamentales para formular políticas y programas encaminados a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como su compromiso inherente de no dejar a nadie atrás. Los datos demográficos proporcionados por la División de Población de las Naciones Unidas se emplean para llevar a cabo un seguimiento de alrededor de un cuarto de los 231 indicadores de los ODS, entre otras cosas (DAES, s. f.). Al objeto de este informe, adquiere una particular relevancia su capacidad para cuantificar las constantes y sistémicas violaciones de los derechos reproductivos. En el marco del indicador 5.6.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los países han enviado datos relativos a la autonomía corporal, lo que prueba que se mantienen inaceptablemente altas las poblaciones de niñas y mujeres con pareja a las que se les niega el derecho a decidir si quieren tratar de obtener atención de la salud, si desean mantener relaciones sexuales y si deciden utilizar anticonceptivos. En 2022, 68 países proporcionaron datos sobre el indicador 5.6.1 de los ODS, que mostraron que el 24% de las mujeres y niñas no puede negarse a mantener relaciones sexuales, que el 25% no puede tomar decisiones sobre su propia atención médica y que el 11% no puede tomar decisiones específicas sobre la anticoncepción. En conjunto, esto significa que solo el 56% de las mujeres están en situación de tomar sus propias decisiones sobre su salud y sus derechos sexuales y reproductivos (UNFPA, 2023). Conciliar las necesidades y los derechos de los individuos puede ser todo un reto cuando hay tanta gente conviviendo en el planeta. Gran parte de la ansiedad pivota sobre las megatendencias mundiales actuales, que incluyen movimientos tectónicos no solo relacionados con el tamaño de la población, sino también con el clima o las amenazas asociadas a enfermedades emergentes, entre otras muchas cosas. Sin embargo, no importa lo grande que sea nuestra familia humana, cada uno de sus miembros tiene un valor y unos derechos que no son negociables. La comunidad internacional ha reconocido y afirmado en repetidas ocasiones —en acuerdos como el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) de 1994 o la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible— que los derechos humanos y la igualdad de género son las piedras angulares para construir un futuro próspero y pacífico para todos y todas. > El derecho a la autonomía corporal se refiere exactamente a eso: la capacidad para tomar una decisión libre e informada‚ sin trabas motivadas por una agenda demográfica‚ económica‚ social‚ política‚ ambiental o de seguridad. _ _ _ E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 15 Para ello, debemos luchar por un mundo en el que el trascendental acto de tener un niño — incluidos el momento y las circunstancias de cada nacimiento— sea una acción de libre albedrío, una afirmación de la capacidad de decidir y una expresión de esperanza. Los responsables de tomar decisiones no conseguirán poblaciones resilientes a través de la definición de objetivos y la limitación de opciones, sino mediante políticas que permitan a los individuos satisfacer sus ideales reproductivos y alcanzar su bienestar general, por ejemplo, a través de la educación, la atención de salud, el acceso a agua limpia y oportunidades, entre otras cosas. Perspectivas: de la población a los encargados de formular políticas A fin de conocer mejor las percepciones y los distintos tipos de ansiedad en torno a la población en un mundo habitado por 8.000 millones de personas, para este informe se realizó una investigación original, formada por una encuesta pública general y un análisis, además de un análisis secundario de una encuesta periódica de las Naciones Unidas sobre políticas públicas. Encuesta pública En la encuesta pública, encargada por el UNFPA y realizada por YouGov, se pidió a una muestra representativa de 7.797 personas procedentes de ocho países (Brasil, Egipto, Estados Unidos, Francia, Hungría, India, Japón y Nigeria) su opinión sobre cuestiones relacionadas con la población (véase la nota técnica en la página 172 para obtener más información). Los hallazgos indican que los distintos tipos de ansiedad en torno a la población han calado en gran parte del público general. En todos los países en los que se realizó la encuesta, la opinión más habitual entre los participantes era que la población mundial era demasiado elevada. En seis de los países (en todos, salvo el Japón y la India), la opinión más habitual era que la tasa de fecundidad mundial era también demasiado alta (Gráfico 1). Entre el 47% (Japón) y el 76% (Hungría) de los adultos creían que la cifra actual de población mundial era demasiado alta, mientras que entre el 26% (Japón) y el 60% (Francia) opinaban que la tasa de fecundidad mundial, de 2,3 hijos por mujer, era demasiado alta. De todos modos, mucha gente no compartía esta opinión y se apreciaron diferencias entre países y dentro de los mismos. Entre el 13% (Francia) y el 30% (Nigeria) creían que la población mundial es adecuada. Son también ponderables, en todos los países donde se realizó la encuesta, los porcentajes de participantes que no se inclinaban en ningún sentido, así como de aquellos que creían que la población y la Una familia humana, 8�000 millones de miembros16 fecundidad eran demasiado bajas. En Hungría y el Japón, los dos países con las tasas de fecundidad más bajas entre aquellos en los que se realizó la encuesta, la mayoría de los adultos opinaban que las tasas de fecundidad nacionales eran demasiado bajas. Otra constatación digna de mención fue que la exposición a los mensajes y la narrativa sobre el hito de que la población mundial alcanzase la cifra de 8.000 millones de personas —ya fuese a través de los medios de comunicación, en conversaciones informales o por cualquier otra vía de comunicación— apareció vinculada a una mayor preocupación sobre el tamaño de la población, la tasa de fecundidad y la inmigración. En todos los países, las personas que afirmaron haber estado expuestas a noticias o conversaciones sobre la población mundial a lo largo de los últimos 12 meses fueron las más propensas a opinar que la población mundial es > GRÁFICO 1 Fuente: UNFPA/YouGov survey 2022. Opiniones de los encuestados en los ocho países del estudio sobre la tasa de fecundidad mundial 20% 40% 60% 80% 100% Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Demasiado alta Demasiado baja Adecuada No lo sé > La exposición a los mensajes y la narrativa sobre el hito de que la población mundial alcanzase la cifra de 8.000 millones de personas apareció vinculada a una mayor preocupación sobre el tamaño de la población‚ la tasa de fecundidad y la inmigración. _ _ _ E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 17 demasiado alta. Esta es una tendencia especialmente acusada en el Japón, donde el 68% de las personas expuestas a medios de comunicación o debates creían que la población mundial era demasiado alta, mientras que solo el 29% de las personas sin exposición a estos mensajes opinaban lo mismo. En todos los países, las personas no expuestas a mensajes ni cobertura por parte de los medios de comunicación en relación con la población fueron más propensas a responder “no lo sé” a la pregunta de si la cifra de población es demasiado alta, demasiado baja o adecuada. Asimismo, las personas expuestas a la narrativa o los mensajes de los medios de comunicación acerca del tamaño de la población nacional fueron más propensas a señalar que la tasa de fecundidad mundial era demasiado alta. Es cierto que no es posible establecer una relación causal, pues la Una familia humana, 8�000 millones de miembros18 los gobiernos cuando se refieren a las tendencias demográficas y de la fecundidad. Es patente un acusado repunte en el número de países que aplican políticas de fecundidad con el fin expreso de aumentar, reducir o mantener las tasas de fecundidad. Los países que declaran su intención de elevar la fecundidad mediante políticas y aquellos sin ninguna intención declarada en esta materia muestran niveles de desarrollo humano parecidos (Gráfico 2). De todos modos, es revelador que los países que no aplican políticas con el objetivo de influir en las tasas de fecundidad ocupen puestos más altos en el índice de libertad humana que aquellos que sí presentan objetivos de fecundidad (independientemente de que se trate de aumentar, reducir o mantenerla). Estos promedios mundiales ocultan la diversidad y las variaciones subnacionales de cada país, pero, en general, indican que los países sin objetivos de fecundidad dan mayor prioridad a los derechos de las personas (para obtener más información, véase la nota técnica en la página 173). Aunque la Encuesta más reciente, la de 2021, no ofrece información acerca de las políticas de fecundidad de los gobiernos, sí les permite señalar si disponen de alguna ley o normativa que garantice el acceso a determinados servicios de salud sexual y reproductiva, como la atención materna y distintos servicios de planificación familiar, y si dicho acceso se ve restringido a causa de la interacción de diversos ordenamientos jurídicos contradictorios o de otras limitaciones basadas en la edad, el estado civil o la autorización de terceros (como el cónyuge, un progenitor o un médico). El análisis no halló ninguna relación entre las tasas de fecundidad de los países y la accesibilidad a los servicios de salud sexual y reproductiva. En otras palabras, los países que presentan mayores restricciones sobre la salud y derechos sexuales y reproductivos no son más propensos a tener unas tasas de fecundidad más altas o más bajas. Sin embargo, estos datos muestran también que hay una preocupante relación entre las restricciones en uno de los ámbitos de la salud sexual y narrativa puede contribuir a la ansiedad demográfica, por ejemplo, pero también es posible que la gente que sufre este tipo de ansiedad tenga más presente la información sobre cuestiones demográficas o la consuma de manera más activa. No obstante, lo que está claro es que es fundamental garantizar que los derechos y la capacidad de decisión se sitúen en el centro del debate y de los mensajes relativos a cuestiones demográficas. También resulta especialmente destacable la respuesta dada por los participantes ante la petición de que señalasen los aspectos que les parecían de mayor importancia con respecto al cambio demográfico en sus propios países. En todos los países, salvo en el Japón, muchas personas asignaron una relevancia primordial a las cuestiones relacionadas con las políticas en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos, así como otros derechos humanos (consulte la página 46 para obtener más información). La centralidad de los derechos no suele estar presente en los discursos relativos a la superpoblación o la despoblación emitidos por políticos y medios de comunicación, pero parece que, para la ciudadanía, los derechos y las políticas son tan relevantes como el impacto económico o ambiental del cambio demográfico. Análisis secundario El análisis secundario se ocupa de los datos enviados por los gobiernos en respuesta a una encuesta sobre las políticas públicas que las Naciones Unidas realiza periódicamente desde 1963, la Encuesta entre los Gobiernos sobre población y desarrollo. Estos datos ofrecen el único análisis comparativo de las perspectivas de los gobiernos sobre las poblaciones de sus países. Es un conjunto de datos exclusivo que muestra cómo las propias administraciones describen y abordan aspectos determinantes del crecimiento de la población y la migración internacional dentro de sus fronteras. El análisis se centró en las respuestas obtenidas en 2015, 2019 y 2021, previas al anuncio de que la humanidad había alcanzado la cifra de 8.000 millones de personas. Aun así, en las respuestas se atisba un aumento en los niveles de ansiedad de E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 19 países con menores niveles de ingresos tuviesen un acceso más restrictivo a los anticonceptivos y la atención materna que los países con mayores niveles de ingresos, lo que parece indicar que son las decisiones políticas, y no los recursos, las que explican las diferencias en el acceso. Este análisis, junto a la investigación desarrollada en este informe, señala que, cuando los servicios de salud sexual y reproductiva se consideran, aunque sea retóricamente, una herramienta para alcanzar los objetivos de fecundidad, los resultados pueden ser contraproducentes. reproductiva y los restantes ámbitos (Gráfico 2). Por ejemplo, los países que constriñen el acceso a la atención materna tienden a mostrar también un acceso más limitado a los anticonceptivos. A su vez, este está correlacionado con mayores trabas al aborto y a la atención posterior al aborto. Todo parece indicar que, si bien las tasas de fecundidad no son un reflejo de las restricciones en los servicios de salud reproductiva, dichas restricciones sí son un claro reflejo de la existencia de normas que perpetúan la desigualdad de género. Normas que, además, siguen siendo lamentablemente comunes. De igual modo, no se detectó que los > GRÁFICO 2 Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2021 Si desea información sobre las restricciones, consulte la nota técnica en la página 174. Correlaciones entre las restricciones al acceso a los servicios de salud y derechos sexuales y reproductivos 0 1 2 3 4 5 6 7 8 0 4 8 12 16 Pr om ed io d e re st ri cc io ne s a la a te nc ió n al a bo rt o y po st er io r al a bo rt o Pr om ed io d e re st ri cc io ne s a la a te nc ió n m at er na Cantidad de restricciones al acceso a los anticonceptivos Cantidad de restricciones al acceso a los anticonceptivos Cantidad de restricciones al acceso a los anticonceptivos Pr om ed io d e re st ri cc io ne s a lo s se rv ic io s de m at er ni da d 0 1 2 3 4 5 6 7 8 7 8 0 4 8 12 16 0 1 2 3 4 5 6 0 4 8 12 16 Una familia humana, 8�000 millones de miembros20 Esperanza en la era de la ansiedad La facultad de juzgar si una persona tiene demasiados hijos o si no tiene los suficientes radica exclusivamente en dicha persona. El hecho de que consideremos una situación extraordinariamente buena o extraordinariamente mala, en todo caso, es solo nuestra forma de responder ante las cifras y las tendencias demográficas. Se pueden obtener unos resultados excelentes a través de unas políticas con base empírica y del afianzamiento de los derechos humanos, y unos resultados pésimos si nuestra reacción ante los problemas asociados al cambio demográfico consiste en prescribir soluciones en materia de fecundidad que socavan los derechos humanos o si, directamente, fingimos que el cambio demográfico no existe. En muchos sentidos, la ansiedad demográfica puede ser una reacción comprensible ante las muchas incertidumbres de la vida, pero la desesperanza únicamente desvía la atención de los problemas que precisan soluciones y debilita nuestra motivación para afrontar los desafíos relacionados con el cambio demográfico. Sin embargo, no debemos olvidar que estos desafíos se pueden superar. Tanto los países como las personas pueden prosperar en un mundo inmerso en el cambio demográfico. Aunque nunca antes haya habido tanta gente en el planeta y las cifras de población totales vayan a continuar creciendo durante decenios, las últimas proyecciones de las Naciones Unidas indican que la tasa de crecimiento demográfico mundial ha bajado y que ha sido de menos del 1% desde 2020 (Gráfico 3). Esto se debe, en gran parte, al descenso de la fecundidad; alrededor de dos tercios de la población viven en un país o una región con una tasa global de fecundidad de 2,1 niños por mujer o inferior (lo que, en general, se considera la tasa de “fecundidad a nivel de reemplazo”, también denominada “fecundidad de crecimiento nulo”, un concepto que se analiza en la página 60). En otros casos, el descenso demográfico tiene su origen en el aumento de la emigración E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 21 (DAES, 2022a). Si el crecimiento demográfico sigue siendo una realidad, se debe, en gran medida, al impulso de las cifras de población actuales y al aumento de la esperanza de vida, no a las tasas de fecundidad. En este informe, se explora la combinación de miedos y ansiedades que surgen de estas tendencias. En el capítulo 2, se analiza la perspectiva de que la población es, sencillamente, “demasiado alta”, y esto es lo que conduce al cambio climático y la destrucción del medio ambiente. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha señalado el aumento del producto interno bruto (PIB) per cápita y el crecimiento demográfico como los principales causantes de las emisiones procedentes de la combustión de combustibles fósiles en el último decenio. Aun así, estas proyecciones no se refieren solamente a las cifras demográficas. El incremento del PIB per cápita supera el aumento de la eficiencia, lo que subraya el papel decisivo de los patrones de consumo sobre las emisiones (IPCC, 2022). Normalmente, una buena situación económica equivale a un mayor consumo, por lo que las personas en esta situación generan más emisiones y su impacto en el cambio climático es superior. Sin embargo, son una minoría dentro de la familia humana. De 8.000 millones de personas, en torno a 5.500 millones no ganan lo suficiente, unos 10 dólares al día, como para consumir, por lo que su contribución a las emisiones es escasa o incluso nula (Kanem, 2017). Así pues, aunque las cifras demográficas resultan fundamentales para comprender los problemas relacionados con el > GRÁFICO 3 Tasa de crecimiento demográfico a nivel mundial entre 1950 y 2021 0,5 1,0 1,5 2,0 2,5 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 C am bi o an u al p ro m ed io d el t am añ o de la p ob la ci ón (p or ce n ta je ) Número de personas Tasa de crecimiento Población (en m iles de m illon es) 4 6 8 10 12 2 Fuente: DAES, 2022. Una familia humana, 8�000 millones de miembros22 clima, centrar la atención únicamente en ellas puede dejar en segundo plano las medidas que todos los países deben adoptar para afrontar dichos problemas, como reducir las emisiones o financiar las iniciativas de las comunidades empobrecidas para adaptarse al cambio climático. En el capítulo 3, se aborda la ansiedad relativa al descenso demográfico, una inquietud cada vez más habitual en lugares donde la fecundidad es baja, en los que ha aumentado la preocupación con respecto a que una nación desaparezca o se produzca un “reemplazo” por parte de grupos minoritarios o de migrantes. En algunos países europeos y otros lugares, han surgido algunos movimientos cuyo objetivo es detener el “gran reemplazo”, supuestamente relacionado con el aumento de los flujos migratorios. Estos movimientos instan a las mujeres a tener hijos para así reforzar las cifras demográficas (Goetz, 2021). Sin embargo, la historia nos ha dejado sobrados ejemplos de que ni las restricciones de la libertad reproductiva ni estas exhortaciones culturales a las mujeres para que tengan más hijos resultan eficaces para frenar los descensos demográficos ni para incrementar las cifras demográficas en su conjunto. En el capítulo 3 se aborda también la cuestión del envejecimiento de la población, un fenómeno generalizado, pero que se percibe con más intensidad en los países con una fecundidad baja. El hecho de que las personas disfruten de vidas más largas y sanas que nunca antes en la historia de la humanidad debería considerarse un gran logro, pero los miedos asociados al envejecimiento de la población son muy comunes e incluyen cuestiones como la pérdida de poder nacional, > GRÁFICO 3 Tasa de crecimiento demográfico a nivel mundial entre 1950 y 2021 0,5 1,0 1,5 2,0 2,5 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 C am bi o an u al p ro m ed io d el t am añ o de la p ob la ci ón (p or ce n ta je ) Número de personas Tasa de crecimiento Población (en m iles de m illon es) 4 6 8 10 12 2 Fuente: DAES, 2022. > Adopción del lenguaje de los derechos Este informe interdisciplinar reúne conocimientos de distintos ámbitos y, al hacerlo, se enfrenta a incongruencias en la manera en la que los distintos expertos, corrientes académicas y agentes políticos describen y conciben los problemas demográficos —especialmente, en lo relativo a los patrones y tendencias de la fecundidad� Las mismas palabras pueden transmitir distintos significados según la persona que hable y la que escuche. Al nivel “macro” en el que operan muchos expertos en demografía y otros tantos encargados de formular políticas, la fecundidad se suele abordar simplemente como uno de los tres componentes del cambio demográfico (junto con la mortalidad y la migración) y son frecuentes los llamamientos a “frenarla” o “impulsarla”� Las políticas destinadas a aumentar o reducir la fecundidad no solo se consideran beneficiosas para las sociedades, sino también para reforzar los derechos y promover el empoderamiento de los individuos, sobre todo cuando se enfatiza que no se deben aplicar mediante medidas coercitivas� Sin embargo, desde el punto de vista de las personas a las que se les ha negado —o se les niega— su autonomía reproductiva, este lenguaje, en sí mismo, no tiene en cuenta la capacidad de decisión del individuo� Durante decenios, intelectuales feministas —y no solo ellas (Hartmann, 2016; Smyth, 1996)— han mostrado su preocupación respecto a que los programas de planificación familiar se empleen, o incluso se promocionen, como herramientas para reducir la fecundidad, no como herramientas para garantizar la autonomía de las mujeres y las niñas� Desde esta perspectiva, el hecho de no fijar la libertad y los derechos reproductivos como objetivo primordial de una política demográfica abre la puerta a la presión, la coerción y el abuso. Cambiar esta realidad está en nuestras manos� Para ello, tenemos que hablar sobre las tasas de fecundidad y las políticas demográficas tomando los derechos reproductivos como punto de partida, en lugar de presentarlos como un supuesto o un añadido� No se pretende así negar la gravedad de las preocupaciones relativas a la población� Para esquivar el desalentador porvenir que se abre ante nosotros, necesitamos unas políticas demográficas racionales, con base empírica y un enfoque basado en los derechos humanos� Unas políticas que se deberán diseñar y explicar hasta el último detalle, teniendo en cuenta que el lenguaje es un instrumento de poder y que hay vidas reales en juego� A continuación‚ se ofrecen una serie de términos que se utilizan en este informe junto con sus definiciones: Control demográfico: práctica de controlar deliberadamente el crecimiento, el tamaño o la distribución de una población humana (este término suele asociarse con medidas que vulneran los derechos humanos, como los programas de esterilización forzada, pero, en algunos contextos, se sigue utilizando para describir los programas de planificación familiar, sin connotaciones negativas [Sari et al�, 2022])� Una familia humana, 8�000 millones de miembros24 Ansiedad demográfica: miedo, ya sea fundado o infundado, que nace del tamaño de la población, del cambio demográfico, de la composición de la población o de las tasas de fecundidad� Resiliencia demográfica: capacidad de adaptación o estado de adaptabilidad en un contexto de cambios demográficos, y capacidad para prosperar pese a estos (véase el recuadro de la página 27)� Objetivos demográficos: cifras o rangos de cifras de personas que se fijan como meta de una política demográfica determinada. Objetivos de fecundidad: tasas de fecundidad o cambios en las tasas de fecundidad que se fijan como meta de una política demográfica determinada. Políticas demográficas: políticas que abarcan una serie de cuestiones demográficas, como el tamaño y el crecimiento de la población, la distribución de la población por edad, la fecundidad y el matrimonio, la salud reproductiva y la planificación familiar, la salud y la mortalidad, la distribución espacial y la urbanización, y la migración interna e internacional� Estas políticas no se suelen integrar en un solo marco, ministerio o programa, sino que se encuadran en el ámbito de actuación de muchos organismos y divisiones diferentes de los gobiernos� Políticas de fecundidad: políticas relacionadas con la fecundidad, especialmente con los servicios de salud reproductiva; sin embargo, en este informe, “políticas de fecundidad” se refiere específicamente a aquellas políticas que los propios países indicaron, al responder a la Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, que están orientadas a influir sobre las tasas de fecundidad (ya sea mantenerlas, reducirlas o aumentarlas). Fecundidad alta: en este informe, el término “fecundidad alta” se utiliza para establecer comparaciones, no como un umbral de fecundidad fijo en relación con una tasa de fecundidad total específica. Si bien el término, tal y como se utiliza en este informe, suele apuntar a tasas de fecundidad que conducen al crecimiento demográfico —es decir, tasas que superan, aproximadamente, los 2,1 niños por mujer (consulte la página 60)—, se reconoce que la percepción de lo que constituye una fecundidad alta es subjetiva y depende del contexto� Fecundidad baja: del mismo modo, en este informe, el término “fecundidad baja” se utiliza para establecer comparaciones, no como un punto de referencia de fecundidad fijo en relación con una tasa de fecundidad total específica. Si bien el término, tal y como se utiliza en este informe, suele apuntar a tasas de fecundidad que no contribuyen al crecimiento demográfico —es decir, tasas menores o iguales que 2,1 niños por mujer (consulte la página 60)—, se reconoce que la percepción de lo que constituye una fecundidad baja es subjetiva y depende del contexto� E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 25 la insostenibilidad de los presupuestos públicos y el debilitamiento de las economías. La experiencia nos demuestra que es posible atajar muchos de los problemas relacionados con el envejecimiento y el descenso del tamaño de la población. De hecho, una de las soluciones más eficaces es el empoderamiento de las mujeres (DAES, 2023a). En el capítulo 4, se analizan los motivos para colocar la autonomía corporal y el empoderamiento de las mujeres en el centro del debate demográfico. Hay demasiadas mujeres en el mundo que se ven obligadas a renunciar a sus aspiraciones reproductivas. A grandes rasgos, muchas mujeres de países con una fecundidad alta señalan que tienen más hijos de los que querrían tener, mientras que muchas mujeres de países con una fecundidad baja afirman que tienen menos hijos de los que deseaban. No obstante, presuponer que todas las mujeres de determinados lugares querrían tener menos hijos, mientras que las de otros lugares querrían tener más, supondría obviar muchas variables de importancia crucial. Por ejemplo, se registra una prevalencia trágicamente alta de infertilidad en países de ingresos bajos y fecundidad alta, entre ellos los de África Subsahariana (Inhorn y Patrizio, 2015). En contraposición, se dan unos niveles elevados y persistentes de necesidades insatisfechas y unos bajos niveles de satisfacción de la demanda de anticonceptivos modernos en muchos países con fecundidad baja, como algunos de Asia y Europa Oriental (Haakenstad et al., 2022). Asimismo, muchos postulados patriarcales sobre los deseos y las funciones reproductivas de las mujeres son contraproducentes tanto para las familias como para las personas. En el capítulo 5, se ofrecen soluciones orientadas a utilizar los programas de planificación familiar y de igualdad de género no como herramientas para alcanzar objetivos demográficos, sino como objetivos en sí mismos. En lugar de poner la atención en si las tasas de fecundidad son “demasiado altas” o “demasiado bajas”, sería más productivo que los dirigentes analizasen si las personas tienen la capacidad de elegir, de forma libre y responsable, la cantidad de hijos que quieren tener y en qué momento quieren tenerlos, si pueden ejercer su libertad reproductiva y el derecho a la autonomía corporal, y si pueden acceder a servicios de salud en los que se respete su confidencialidad y dignidad. Cuando se socavan los derechos reproductivos, ¿qué personas se ven más afectadas? ¿Qué se puede hacer para satisfacer sus necesidades, para que hagan oír su voz y para defender sus derechos? En la inclusión está la clave, en todos los niveles: necesitamos un nuevo concepto, más amplio, de lo que es una familia y cómo se compone, una oferta completa de servicios de salud reproductiva, una definición integral de la población, y una visión inclusiva para decidir a quién hacemos constar en nuestros censos, quiénes forman ya parte de nuestras comunidades.Asimismo, en este capítulo se destaca la importancia de buscar soluciones que vayan más allá de la fecundidad y la reproducción. Abrazar el empoderamiento para superar el alarmismo Ya contamos con las herramientas y los marcos para superar los debates alarmistas que se han planteado en torno a si la población es “demasiado alta” o “demasiado baja”. A modo de ejemplo, pensemos en el llamamiento internacional para garantizar la justicia sexual y reproductiva, que hace imprescindible combatir las distintas formas de discriminación e injusticias a las que se enfrentan las personas para ejercer sus derechos. Implementarlo —como ya se ha hecho, por ejemplo, en Sudáfrica (McGovern et al., 2022)— implica dejar a un lado los objetivos de fecundidad y asegurarse de que todas las personas, sin excepciones ni exclusiones, tengan la máxima libertad para tomar sus propias decisiones. Para ello, es fundamental contar con unos servicios de salud de calidad y asequibles, unos ingresos dignos, un entorno limpio y una sólida protección contra todo tipo de violencia o estigma, entre otras cosas. Otra estrategia importante es el movimiento en pos de la resiliencia demográfica, una nueva perspectiva Una familia humana, 8�000 millones de miembros26 servicio de metas de seguridad, económicas, políticas o de cualquier tipo dentro del ámbito nacional. En lugar de ello, se debe promover la defensa de los derechos humanos e impulsar el bienestar humano, de manera que todos los miembros de la sociedad puedan decidir cómo vivir y prosperar. En definitiva, la ansiedad demográfica no es más que una forma fácil de evitar las complejidades de los desafíos a los que nos enfrentamos. Para algunos, representa la comodidad de poder seguir aferrándose al statu quo. Sin embargo, entregarse a ella puede frenar el progreso de nuestra gran familia humana. El progreso nos exige imaginar un mundo diferente al nuestro, un mundo en el que cada individuo puede desarrollar todo su potencial, en el que sus habitantes pueden tomar de forma libre y responsable la decisión reproductiva más trascendental de sus vidas: si quieren tener un hijo, cuándo tenerlo y con quién tenerlo. Este mundo es un futuro que está al alcance de nuestras manos, pero somos nosotros quienes debemos marcar nuestra propia senda. El futuro de la humanidad nos abre infinitas posibilidades; la decisión está en nuestras manos. respecto a las medidas y políticas demográficas que permite a las sociedades adelantarse a las oscilantes tendencias demográficas, adaptarse a ellas y aprovechar las consiguientes oportunidades, todo ello con los derechos humanos como eje de cualquier intervención. Esta estrategia, más equilibrada, positiva e integral, supera la visión fragmentada en materia de niveles de fecundidad o cifras demográficas (Armitage, 2021). En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994, los gobiernos acordaron que el objetivo de las políticas demográficas debía ser garantizar los derechos reproductivos, la salud sexual y la libertad personal, y no tratar de alcanzar determinados objetivos demográficos. Los objetivos de fecundidad no debían convertirse en metas por sí mismos; en realidad, que las tasas de fecundidad sean muy altas o muy bajas suele indicar una pérdida generalizada de autonomía corporal y libertad reproductiva. Para lograr un contrato social más estable y productivo, es fundamental evitar poner el cuerpo humano al > Resiliencia demográfica La resiliencia demográfica se define como la capacidad de previsión, adaptación y crecimiento de un sistema en un contexto de cambios demográficos. Conforme las poblaciones varían sin que pueda evitarse, cobran fuerza los llamamientos en pro de que los Estados se informen mejor sobre estos cambios y hagan lo posible por disponer de las destrezas, las herramientas, la voluntad política y el apoyo popular, de tal manera que puedan mitigar con éxito los potenciales efectos negativos sobre las personas, las sociedades, las economías y el medio ambiente, así como para aprovechar las oportunidades que brinda el cambio demográfico en favor de las personas, la prosperidad y el planeta� A diferencia de los enfoques reactivos para abordar el cambio poblacional que se proponen manipular o controlar las tendencias naturales, el enfoque que toma como eje central la resiliencia demográfica intenta prepararse para dichos cambios y así velar por que se dé respuesta a las necesidades y derechos de toda la sociedad con independencia de su composición� No hay que temer a los cambios poblacionales, sino planificar en torno a ellos. En la página 132 se ofrece un conjunto de herramientas encaminadas a potenciar la resiliencia en contextos de cambio demográfico. E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 27 RELATO Lo importante no es la cantidad, sino la calidad de vida La población mundial alcanzó la cifra de 8�000 millones en noviembre de 2022� ¿Qué piensa la sociedad en general sobre esta cifra récord de personas en el planeta y cómo les afecta en cuanto que individuos? ¿Qué repercusiones tiene sobre sus comunidades y naciones? Entre las personas entrevistadas, había varias procedentes de los Estados Árabes, una región con una tasa de fecundidad superior a la media (2,8 nacimientos por mujer, frente a la media mundial de 2,3) en un contexto de escasez de agua, aceleración de la desertificación (Abumoghli y Goncalves, 2019), y crisis humanitarias frecuentes� ¿Han afectado estas tendencias a la percepción de la ciudadanía respecto al crecimiento demográfico? ¿Han influido en su decisión sobre si tener hijos o no? Una mujer, Rama (nombre ficticio), respondió afirmativamente. “No quiero traer un niño al mundo en estas condiciones”, explica esta mujer siria, de 30 años� “Hay demasiadas cosas que me preocupan, empezando por la integridad personal y la seguridad económica”� En su opinión, la población de Siria ya es demasiado numerosa para los servicios disponibles� El conflicto ha debilitado la red de protección social� Añade que hay muchas personas en situación precaria que tienen hijos y no disponen de los medios necesarios para atenderlos� “Todo el mundo tiene derecho a tener un hijo, pero quizás es mejor esperar a que se den las condiciones adecuadas”� Rama espera poder adoptar algún día a uno de los muchos niños que han quedado huérfanos o han sido víctimas de abandono en el país� Said (nombre ficticio), de 45 años, señala que la población de Omán puede parecer pequeña si se compara con la de otros países de la región, pero está creciendo muy rápido y parece que las personas con menos recursos son quienes tienen más hijos� No cree que esto sea un problema, siempre que la economía del país se mantenga lo bastante fuerte como para crear empleo, especialmente para los trabajadores no cualificados. “Me preocupa lo que puede pasar si la economía entra en recesión y la gente pierde su trabajo”, explica� “También me preocupa la repercusión que puede tener sobre la estabilidad el hecho de que haya muchos jóvenes desempleados”� RELATO Una familia humana, 8�000 millones de miembros28 Una de las conclusiones más destacadas es que las ansiedades en torno al tamaño de la población suelen estar relacionadas con la capacidad de que todo el mundo acceda a una buena calidad de vida� Khaled, de 51 años, señala que el problema en su país, el Yemen, es que el crecimiento demográfico supera al “aumento del desarrollo”� Explica que, ahora mismo, el porcentaje de población en edad de trabajar en su país es elevado y crece rápidamente, por lo que, en su opinión, el crecimiento económico del país podría acelerarse si los jóvenes pudiesen acceder a educación, atención sanitaria y empleos dignos� Afirma que es imprescindible fomentar, específicamente, la participación de las mujeres en el desarrollo del país� “Por lo tanto, nuestra población puede ser un factor positivo”, concluye� “Una de las conclusiones más destacadas es que las ansiedades en torno al tamaño de la población suelen estar relacionadas con la capacidad de que todo el mundo acceda a una buena calidad de vida”. © cloverphoto Fotografía de Jimmy Conover en Unsplash Fotografía de Nihal Karkala en Unsplash Fotografía de Nattalia Nunez en Unsplash E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 29 El interés por el tamaño de la población ha sido una constante en la historia. Independientemente de si se consideraba que era demasiado alta o demasiado baja, el desprecio hacia los derechos y libertades de las mujeres y las niñas siempre ha estado ahí, así como el ejercicio del poder de unos sobre otros. Algunos filósofos de la antigüedad, como Confucio, Platón o Aristóteles, señalaron que el tamaño de la población podía influir en el poder y la prosperidad de un Estado (Charbit, 2011). En la antigua Roma, se penalizaba a las mujeres sin hijos de más de 24 años prohibiéndoles llevar metales preciosos y se gravaba con un impuesto a los hombres que permanecían solteros (The Economist, 2020). En Europa, la caída del sistema feudal avivó el interés sobre las poblaciones como fuente de riqueza, poder político y fuerza militar. Jean- Baptiste Colbert, un reconocido estadista francés, fue pionero del poblacionismo, una doctrina que favorece el crecimiento demográfico a través de una fecundidad alta o de la inmigración (Pal, 2021). En esta era, se hicieron grandes esfuerzos por controlar y subyugar a las mujeres como instrumentos al servicio de la reproducción de la fuerza de trabajo. A través de las normas sociales, se reforzó su papel como esposas y madres sumisas y se desalentó cualquier tipo de protesta. También fue en esta época cuando se generalizó la trata transatlántica de esclavos, que supuso el desplazamiento forzado de personas de África a las Américas y otros lugares; sus cuerpos se consideraban, literalmente, meros recursos (Federici, 2004). A finales del siglo xviii, el empeoramiento de las condiciones de vida en Gran Bretaña despertó la preocupación por el crecimiento demográfico. T. R. Malthus presentó su conocida teoría, en la que afirmaba que el crecimiento demográfico descontrolado generaría pobreza, miseria y guerras. Su “pesimismo demográfico” todavía resuena en el pensamiento actual (Economics Online, 2021). En Francia, un siglo más tarde, estalló el alarmismo en sentido contrario cuando se utilizó el descenso demográfico para explicar la derrota en la guerra franco-prusiana, lo que llevó a la adopción de políticas para fomentar la natalidad. Esta perspectiva se extendió a las múltiples colonias gobernadas por potencias europeas. El gobernador británico de Bombay Sir Richard Temple prometió a sus superiores en Londres que lograría “incrementar el número de súbditos de su majestad en la India” (Randeira, 2018). Tras la independencia de la mayoría de los países de América Latina en la primera mitad del siglo xix, los nuevos gobiernos compartían una posición pronatalista, resumida en la frase “gobernar es poblar”, de Juan Bautista Alberdi. Fomentar el crecimiento demográfico se consideraba una necesidad para proteger a los países emergentes de las amenazas externas y de posibles invasiones por parte de países vecinos, así como para incrementar el número de trabajadores y la producción. Esta posición pronatalista no fue cuestionada durante las primeras seis décadas del siglo xix (Sánchez Albornoz, 2014). Llegado el siglo xx, el movimiento de control de la natalidad ya había surgido en ciertos lugares del mundo (MacNamara, 2018; Engelman, 2011; Fisher, 2006; Klausen, 2004; Grossmann, 1995; McCann, 1994; Reed, 1984), impulsado por algunos de los principios básicos de la lucha sufragista, como la autonomía corporal y una ciudadanía plena y participativa (Prescott y Thompson, 2020). Cuando, en la década de 1920, la producción en serie de anticonceptivos hizo que estos Demasiado alta, demasiado baja: el largo historial de debates en torno a la población PUNTO DE MIRA Una familia humana, 8�000 millones de miembros30 pasasen a estar disponibles de forma generalizada, la defensa de su uso en la India, todavía una colonia británica en aquel momento, se convirtió en una ocasión para ejercer la capacidad de decisión y el derecho al autogobierno (Hodges, 2016). Las madres sanas se consideraban la base de una nación autosuficiente y la anticoncepción era una forma de acceder a una nueva era marcada por la ciencia, la innovación y el progreso. En el mismo periodo, la Unión Soviética se convirtió en el primer país en el que se legalizó el aborto por razones médicas y sociales. Sin embargo, en la década de 1930, Joseph Stalin, ante el descenso del crecimiento demográfico, decidió revertir estas políticas, además de arrestar a los estadísticos encargados del censo de 1937, en el que se podía apreciar el descenso de la población (Arel, 2002; Blum, 1998). A principios del siglo xx, la caída de las tasas de fecundidad en Europa Occidental y los Estados Unidos fue el germen de la eugenesia, una ideología que se creía que mejoraría la “calidad” de la población. Fomentaba la fecundidad entre las personas con características “deseables” y la desalentaba entre aquellas con características “no deseables”. La consideración de “inferiores” se reservaba habitualmente a grupos en situación socioeconómica desfavorable o a minorías marginadas y personas con discapacidad. Las ideas de supremacía racial se esgrimieron por la ideología y las políticas del régimen nazi alemán, así como los horrores que se perpetraron: el concepto de “pureza de la raza” culminó en el Holocausto. Algunas de estas ideas fueron adoptadas también en América Latina a principios del siglo xx, en un momento en el que la inmigración se veía como una buena forma de incrementar el tamaño y la “calidad” de la población. Las políticas migratorias excluían a personas que los gobiernos consideraban que “representaban una amenaza racial, moral o política”. En este marco, se incentivaba la inmigración de Europa Occidental, a la que se daba preferencia sobre otros grupos, como los inmigrantes llegados de África, Asia, Europa Oriental u Oriente Medio (Yankelevich, 2020; Sánchez Albornoz, 2014). La segunda mitad del siglo xx fue testigo de cómo muchos países proclamaron su independencia, el nacimiento de varios movimientos en favor de los derechos humanos y la implantación de políticas demográficas y programas de planificación familiar orientados a reducir la fecundidad en todo el mundo (Klancher Merchant, 2017). Asistimos a la fundación del UNFPA y de muchos otros organismos centrados en la demografía, una fundación que responde tanto al miedo de los dirigentes a una “explosión demográfica” como al potencial de la anticoncepción como motor del desarrollo y la prosperidad en las comunidades más empobrecidas. Las narrativas más extendidas entonces apenas daban importancia a los deseos reproductivos de las mujeres; se presuponía que estas querrían una familia más reducida (o, en todo caso, se las podría convencer), lo que contribuiría al desarrollo de la comunidad en su conjunto. La India estableció el primer programa nacional de control del crecimiento demográfico a través de la planificación familiar en 1952. Apenas logró resultados en cuanto a la reducción de las tasas de natalidad, pero sí llevó a un número excesivo de esterilizaciones e incluso esterilizaciones forzadas (Hartmann, 2016); no sería hasta principios de la década de 1990 cuando los dirigentes abandonaron el programa de planificación familiar basado en objetivos en favor de uno basado en los derechos y la salud de la mujer. En 1956, China combinó distintas perspectivas nacionales e internacionales sobre el control demográfico como vía de desarrollo, lo que le llevó a adoptar una política para regular el crecimiento demográfico “a fin de proteger a las mujeres y la infancia, mejorar la educación y la crianza de los hijos y contribuir a la prosperidad de la nación” (Yu, 1979). En última instancia, la idea de que un alto crecimiento demográfico sería un obstáculo para el desarrollo culminó en la política de un solo hijo en 1980 (Jackson, 2012). Algunos países en desarrollo rechazaron la idea de control demográfico, y en ese sentido sus ministros argumentaron que “el desarrollo es el mejor anticonceptivo” (Sinding, 2000). Es decir, el desarrollo económico generalizado propiciaría mejoras en la educación y la salud, lo que llevaría a un mayor uso de anticonceptivos y reduciría los niveles de fecundidad. En África, la creciente presión internacional para instaurar políticas de control del crecimiento demográfico, incluso a través de la ayuda para el desarrollo, encaró en un principio una amplia resistencia. Pensadores africanos argumentaron que el problema no radicaba en el tamaño de la población, sino en su distribución. La baja densidad de población suponía un obstáculo para el desarrollo de infraestructuras, por ejemplo. A principios de la década de 1970, solo seis países africanos contaban con políticas demográficas. Sin embargo, en 1990, todos los gobiernos africanos salvo dos habían implantado ya políticas de control demográfico, frecuentemente basadas en la anticoncepción. Este cambio se produjo en una época en la que los países luchaban por conseguir los medios necesarios para potenciar su economía, avanzar en el desarrollo de extensas zonas rurales empobrecidas y empoderar a las mujeres (Pearce, 1994). En América Latina, fue a finales de la década de 1960 cuando se empezaron a aplicar políticas demográficas basadas en el control de la natalidad y la definición de objetivos de crecimiento, que se generalizaron tras la Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas celebrada en Bucarest en 1974. En esta región, el debate se centró en si las políticas demográficas eran coherentes o no con el marco general de las políticas sociales, sanitarias, educativas y económicas, además de en cómo integrar las variables demográficas en las estrategias nacionales de desarrollo. Casi todos los países implantaron algún tipo de programa de planificación familiar, si bien con distinciones en lo relativo al énfasis, la relevancia y los recursos otorgados por los gobiernos, así como en la participación de los sectores público y privado (Miro, 2022, 1971). En los países del bloque soviético, podían apreciarse distintas tendencias. A mediados del siglo pasado, había mucha gente preocupada no por la superpoblación, sino por la despoblación. Algunas de las medidas que se tomaron al respecto —particularmente, en Rumania— implicaban un control asfixiante sobre el cuerpo de la mujer. En 1966, el régimen de Ceaușescu restringió en gran medida el derecho al aborto y el acceso a anticonceptivos para obligar a las mujeres a tener hijos (República Socialista de Rumania, 1966). La población nunca llegó al objetivo previsto de 30 millones, sino que alcanzó su máximo en 1990, con 23,2 millones. Para cuando se abandonó esta política, en 1989, la mortalidad materna y de menores de 5 años se había disparado en Rumania, así como las tasas de malnutrición y discapacidades físicas graves. (Kligman, 1998). Históricamente, los grupos marginados han estado especialmente sujetos a las políticas de control demográfico (Jean-Jacques y Rowlands, 2018). Las campañas de esterilización masiva auspiciadas por los gobiernos federales habían afectado hasta al 42% de las mujeres indígenas de los Estados Unidos en la década de 1970 (Universidad de Rochester, 2019). La política de esterilización forzada orientada a personas con discapacidad que se instauró en el Japón en 1948 (Hovannisyan, 2020) se mantuvo en vigor hasta 1996, cuando el Gobierno indemnizó a las víctimas. Durante un breve periodo de la década de 1980, Singapur decidió incentivar a las mujeres más cualificadas para tener hijos, al tiempo que desincentivaba a las mujeres menos cualificadas (Wong y Yeoh, s. f.). Pese a las políticas pronatalistas aplicadas en los países socialistas, las minorías romaníes de Europa Central y Oriental fueron objeto de programas antinatalistas y esterilizaciones forzadas en el periodo comprendido entre los años cincuenta y los ochenta del siglo xx (Varza, 2021). Las ideologías subyacentes al control demográfico tuvieron eco en los debates internacionales sobre población en la segunda mitad del siglo xx, si bien la aceptación del derecho humano a decidir libremente el número de hijos y el intervalo entre ellos, Una familia humana, 8�000 millones de miembros32 Unintended pregnancy Intention status can fall on a continuum impelida por la consolidación de los movimientos en favor de los derechos de la mujer, fue ganando terreno. Recogida por primera vez en la Proclamación de Teherán de 1968 e impulsada por los crecientes indicios de abusos y desigualdades existentes en los servicios de planificación familiar, esta perspectiva fue promovida enérgica y eficazmente por feministas y defensores de los derechos humanos, entre los que se encontraban grupos de la sociedad civil que contaban con el apoyo del UNFPA, en la histórica Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994 (UNFPA, 1994). Dicha conferencia transformó el consenso mundial sobre cómo abordar la política demográfica, ya que supuso abandonar las cifras y los objetivos como eje central y trasladar el foco a los derechos humanos. La anticoncepción pasó a considerarse un componente integral de las iniciativas orientadas a mejorar la salud de la mujer y su empoderamiento (Hardon, 2006). Desde entonces, sin bien algunos gobiernos han mantenido objetivos demográficos relativos al aumento o la reducción de las tasas de fecundidad, han sido muchos los que han sustituido el antiguo enfoque por otro centrado en garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Aun así, no es fácil deshacerse de los viejos hábitos y se siguen empleando narrativas y herramientas del pasado, incluso en países que han desautorizado las políticas demográficas basadas en objetivos. Se mantienen el diseño y la implantación de medidas destinadas a coaccionar a los individuos para que tengan más o menos hijos, con la meta de alcanzar el tamaño de población ideal establecido. 33 Capítulo 2Capítulo 2 ¿Demasiado alta? E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 35 fomentar el consumo y la producción sostenibles o a reducir la desigualdad y la pobreza— desaparezcan del imaginario colectivo. Impide ver que los sistemas y las sociedades tienen la responsabilidad de hallar soluciones a estos problemas interdependientes y complejos al mismo tiempo que defienden los derechos humanos. Es una sentencia nihilista y simple con la que se despachan muchos problemas existentes: si las calamidades mundiales se derivan del exceso de población, la hipótesis lógica que se desprende es que tiene que haber menos gente y que una cantidad indeterminada de personas ha de sobrevivir y reproducirse, pero el resto no. La historia nos brinda numerosos ejemplos de las atrocidades y la crueldad en las que desembocan los miedos que infunde este discurso erróneo (para más información, véase la sección “Demasiado alta, Una población “demasiado alta”. No pasa un día sin que alguien diga esa frase. Es algo que oímos de boca de los conductores que se ven en un atasco. Lo dicen los clientes de los supermercados cuando hacen mucha cola y quienes leen las noticias sobre el expolio de los recursos naturales y el aumento de las temperaturas a escala mundial. Desde su punto de vista, un planeta con 8.000 millones de seres humanos es un lugar en el que ya no cabe un alfiler. Hablar de una población “demasiado alta” es echar mano de una idea cómoda, sucinta y aceptable para justificar la saturación de las infraestructuras, la crisis climática, la pérdida de biodiversidad, la inestabilidad económica, el hambre y las amenazas a la seguridad. Hace que las medidas imprescindibles para combatir esos problemas —por ejemplo, políticas dirigidas a demasiado baja” en las páginas 30 a 33). Además, entraña otro peligro: que al centrarnos en si debemos reducir la población y en los métodos para ello, haremos caso omiso de las causas subyacentes de muchas crisis globales. La desigualdad, las vulneraciones de los derechos humanos y la falta de desarrollo sostenible son factores clave que provocan los problemas de salud, la degradación ambiental, la pobreza, el hambre y las tragedias que con tanta frecuencia se achacan a la “superpoblación”. Por otra parte, hablar de una población “demasiado alta” también disuade de emprender acciones políticas porque solo deja a la ciudadanía el recurso de lamentar lo que consideran una superpoblación que no puede evitarse, situación que (según las previsiones) en muchos casos trae aparejados episodios con numerosas víctimas mortales y medidas draconianas de restricción de libertades (Gerbrands, 2017). Ese razonamiento socava el optimismo indispensable para que los votantes y consumidores reclamen a las autoridades, los sectores comerciales, los sistemas de distribución y los promotores de infraestructuras que respondan a los problemas acuciantes relacionados con el crecimiento demográfico de modo constructivo y de buena fe. ¿Qué más se pierde al dar la voz de alarma de “una población demasiado alta”? La extraordinaria crónica de los avances que hemos conquistado y las lecciones aprendidas al recorrer ese camino. Empezamos a pensar en la supervivencia humana no como un logro, sino como un problema, y volvemos a las divisiones de antaño (“nosotros” frente a “los otros”) en lugar de buscar puntos de convergencia y soluciones por medio de la solidaridad y la innovación orientadas al bien común. En efecto, nos esperan decisiones arduas y complejas. Hay verdaderos motivos de preocupación y auténticas desgracias que evitar y paliar; son cuestiones existenciales de urgencia que no se solucionarán si se articulan como problemas derivados de “una población demasiado alta”. Este capítulo pone de relieve que ya ha cundido el temor a “demasiada gente” y recalca que los problemas genuinos que alimentan el miedo a la superpoblación no se pueden resolver con medidas encaminadas a manipular el tamaño de la población ni su composición. También hará hincapié en algunas soluciones y vías para seguir adelante con una perspectiva clara y pruebas contundentes, y así conseguir un mañana mejor. Los maltusianos de hoy en día Las inquietudes en torno a la superpoblación vienen de largo: la formulación más conocida de estas ideas vino de la mano de T. R. Malthus. Según su lógica, no hay modo de evitar que los apetitos de la humanidad acaben por agotar los pocos recursos de los que disponemos. Hoy en día, mientras atravesamos una época de incertidumbre, estas viejas creencias han vuelto a saltar a la palestra. Cuando los agoreros de la superpoblación hablan sobre lo que el planeta necesita, suelen cuidarse de señalar con precisión quién creen que se reproduce “demasiado”, pero la identidad de esas personas se sobreentiende y queda en el aire para gran parte de su audiencia. Sigue vigente la idea de que una población más reducida se traduciría automáticamente en menos presión sobre el mundo y el florecimiento de la restauración ecológica (Cafaro et al., 2022). Por ejemplo, un grupo > ¿Qué más se pierde al dar la voz de alarma de “una población demasiado alta”? La extraordinaria crónica de los avances que hemos conquistado y las lecciones aprendidas al recorrer ese camino. _ _ _ E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 37 de intelectuales occidentales afirma que la población “es la causa fundamental de graves problemas medioambientales a nivel global que van desde el cambio climático a la extinción en masa de muchas especies”. La solución que proponen es limitar el tamaño de la población. Alegan que “en los países en desarrollo, formar familias demasiado numerosas provoca que decenas de millones de niños y niñas se vayan a la cama con hambre todas las noches; son lugares donde el crecimiento demográfico a gran velocidad consume los escasos recursos —agua, alimentos y espacio— más allá de los límites que se consideran seguros” (The Overpopulation Project, s. f.). En muchos casos, los partidarios de esta filosofía establecen un vínculo entre el tamaño de las poblaciones humanas y la inseguridad alimentaria, la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad, la contaminación por plástico, el aumento de las probabilidades de que se desencadene una pandemia, las condiciones de hacinamiento, el desempleo, el deterioro de las infraestructuras, la mala gobernanza y los conflictos. Desde estos puntos de vista, evitar “un futuro desastroso” pasa por mantener “conversaciones espinosas sobre el crecimiento demográfico” y aprobar medidas en materia de políticas tales como refrenar los patrones de consumo (Bradshaw et al., 2021). Estas reivindicaciones han ganado terreno a lo largo y ancho del plano internacional. En 2020, el famoso naturalista y presentador David Attenborough declaró que los seres humanos habían sobrepasado las posibilidades del planeta, una afirmación que dio pie a un aluvión de comentarios en las redes sociales (Manavis, 2020). Un estudio en Twitter reveló que la mayoría de las publicaciones coincidían con su criterio sobre la superpoblación. Las pocas voces discordantes aprovecharon la ocasión para, más que nada, negar la existencia del cambio climático (Manavis, 2020). No obstante, sorprende el hecho de que apenas haya datos probatorios que relacionen las características demográficas con las labores de conservación. “No existe ni ha existido nunca un modelo basado en datos empíricos que haya conseguido calcular ni pronosticar la repercusión medioambiental mundial de las cifras poblacionales por sí solas” (Sasser, 2018), un alegato de un experto en la materia que ni siquiera disputan muchos partidarios de la opinión de que hay demasiada gente en el mundo (Cafaro et al., 2022) El discurso de la superpoblación dista mucho de ser inocuo. Incluso si los llamamientos a limitar la reproducción humana se expresan con reservas que tienen en cuenta el respeto de los derechos humanos (Crist et al., 2022), la lógica subyacente no deja de atribuir la responsabilidad de dar marcha atrás a la escasez mundial, la degradación ambiental y el cambio climático a las personas con menos oportunidades a su alcance, menor contribución a estos problemas dado su bajo nivel de consumo y más probabilidad de que se vulneren sus derechos. En el caso concreto de las mujeres y las niñas, su cuerpo se pregona constantemente como el problema y la solución a la “superpoblación”. Eliza Anyangwe, editora de CNN, señaló que “determinar que el problema estriba en el crecimiento demográfico establece por lógica que la solución resida en el control demográfico. Así, el útero se convierte automáticamente en un espacio en el que se permite implantar políticas climáticas. Dicho de otra manera, el derecho femenino a la anticoncepción y la educación se utilizan como arma arrojadiza: ya no son instrumentos que facilitan que las mujeres tengan acceso a un abanico más amplio de libertades, sino que alguien se apropia de la meta de la igualdad de género con el fin de imponer su agenda” (Anyangwe, 2021). Asimismo, las comunidades marginadas —por ejemplo, quienes viven en los países menos adelantados y las personas que han sufrido pobreza y desplazamientos en su peor versión— tienden a llevar las de perder en la “solución” demográfica implícita. Cuando se declara que el problema estriba en los altos índices de crecimiento demográfico, ya no se puede pasar por alto que los países más pobres son los que por lo general tienen mayores tasas de fecundidad y aumento poblacional. Por tanto, visto desde una perspectiva global, gran parte del “problema” del crecimiento demográfico mundial se achaca al cuerpo ¿Demasiado alta?38 de los habitantes pobres de África Subsahariana y Asia, que son quienes menos contribuyen a la destrucción a escala planetaria del medio ambiente y el cambio climático (Bhatia et al., 2020). Esta dinámica también está presente a nivel nacional: en algunos países con tasas de fecundidad bajas, hace mucho que se caracteriza a las comunidades pobres y marginadas como gente que se reproduce en abundancia y de forma irresponsable (Brooks, 2021). Y sin embargo, según los demógrafos, ni siquiera una caída repentina de la fecundidad impediría que la población creciera. El informe de las Naciones Unidas World Population Prospects 2022 destaca > Las mujeres y las niñas‚ su cuerpo se pregona constantemente como el problema y la solución a la “superpoblación”. _ _ _ 39 RELATO Hoy en día, cerca de 1 de cada 6 habitantes del planeta tiene entre 15 y 24 años y la población joven aumenta con rapidez, sobre todo en África Subsahariana� Esta tendencia inquieta a algunos encargados de formular políticas, que solo ven las posibilidades de que conduzca a episodios de violencia y agitación política� Según The Missing Peace, un estudio independiente de los progresos logrados en relación con la agenda de juventud, paz y seguridad de las Naciones Unidas, los sempiternos estereotipos negativos en torno a la juventud presentan a este grupo de la población como un problema que necesita solución y una amenaza que debe refrenarse (Simpson, 2018)� Sin embargo, en vez de suponer un problema, hoy por hoy los jóvenes de todo el mundo representan una parte cada vez más importante de la solución� El estudio de las Naciones Unidas afirma que, mediante acciones creativas y “medidas de presión sin complejos”, la juventud pone en tela de juicio el statu quo en numerosos sectores� Su creatividad ha redefinido la cultura y las artes� Los movimientos juveniles abogan por la diversidad y los derechos humanos� La energía de su activismo se ha convertido en un antídoto contra la desesperación� “Nunca antes se había impulsado tanto la agenda de la juventud a nivel internacional”, afirma Idil Üner, que tiene 24 años y dirige una iniciativa emblemática de la Oficina de la Enviada del Secretario General para la Juventud que brinda reconocimiento a jóvenes extraordinarios que han asumido un papel de liderazgo con respecto a los ODS� Üner explica que, a lo largo y ancho del mundo, la juventud está cambiando las cosas pese a que casi nunca están presentes en los círculos donde normalmente se toman las decisiones normativas� Si bien casi la mitad de la población del planeta tiene menos de 30 años, la edad promedio de los dirigentes políticos es 62 años (Oficina de la Enviada del Secretario General para la Juventud de las Naciones Unidas, 2022)� En algunos países, la edad mínima para presentar una candidatura a un cargo político se ha fijado en los 40 años. Por consiguiente, quienes promulgan la mayor parte de las leyes tienen una cosmovisión radicalmente distinta a la quienes han crecido con otros 8�000 millones de personas en un contexto de rápida evolución, plagado de crisis y basado en Internet� “En las generaciones que nos precedieron, el poder era algo exclusivo, jerarquizado, burocrático, formal e institucional”, comenta Üner� “Pero en la actualidad, para la mayoría de la gente joven significa transparencia, no opacidad� Lo conciben como algo fluido, sin una estructura jerárquica� El poder reside en las movilizaciones… En muchos sentidos, la juventud ya está dando forma a su futuro al reinventar el funcionamiento de nuestros sistemas y al exigir que, dentro de ellos, el poder se reparta de verdad”� A modo de ejemplo, Gibson Kawago es emprendedor en La juventud abre nuevos caminos ¿Demasiado alta?40 el sector climático, una figura popular en la radio y mentor de jóvenes en la República Unida de Tanzanía; tiene 24 años y afirma: “Todos los jóvenes tienen que encontrar un problema que afecta a su sociedad y proponer un remedio� Es el camino más fácil para que demos con soluciones de cara al futuro”� Cuando tenía 14 años inventó una batería solar con la intención de ayudar a los habitantes de su aldea, que no disponía de electricidad� Años más tarde, y con la colaboración de una incubadora de empresas, inauguró su propio negocio —WAGA TANZANIA—, que se dedica a reciclar baterías de iones de litio y a fabricar productos duraderos y asequibles que funcionan con pilas� Desde 2019, WAGA ha reciclado más de 3�100 baterías de este tipo y ha generado 32 puestos de trabajo a la vez que evita que estos materiales peligrosos se desechen en el entorno� Por si fuera poco, el carácter resuelto de Kawago y sus mensajes de empoderamiento llegan a unos 12 millones de radioyentes� Otro líder juvenil con una influencia sensacional es Paul Ndhlovu, que tiene 24 años y procede de Zimbabwe� En Zvandiri (que significa “tal como soy” en el idioma local), una organización que facilita apoyo a jóvenes seropositivos bajo la dirección de personas en la misma situación, ha preparado cerca de 100 programas de radio a lo largo de los últimos diez meses que se han retransmitido a alrededor de 180�000 personas� Ndhlovu ha sido testigo de cambios normativos basados en esas emisiones y la labor de promoción de la organización, y recalca que es el resultado del trabajo colectivo� Estas historias dejan entrever lo mucho que la juventud puede conseguir si se respalda su talento y se los incluye en el proceso de toma de decisiones� Tal y como indica Üner: “A fin de cuentas, somos los principales afectados por las decisiones que tomemos —o dejemos de tomar— hoy”� “En muchos sentidos, la juventud ya está dando forma a su futuro al reinventar el funcionamiento de nuestros sistemas y al exigir que, dentro de ellos, el poder se reparta de verdad”. En opinión de Idil Üner, la juventud está cambiando las cosas a lo largo y ancho del mundo pese a que casi nunca están presentes en la toma de decisiones. Imagen por cortesía de Idil Üner E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 41 que, “del incremento previsto de la población mundial de aquí a 2050, dos tercios se explicarán por el impulso del crecimiento en años anteriores que forma parte integral del carácter juvenil de la estructura por edades de la población actual” (DAES, 2022). “El incremento se produciría incluso si la natalidad en los países que hoy registran tasas de fecundidad elevadas se redujera de inmediato a en torno a dos nacimientos por mujer. Puesto que, para 2050, la mayor parte del aumento de la población se habrá producido como consecuencia del impulso que genera el crecimiento de tiempos pretéritos, que los gobiernos tomen más medidas encaminadas a reducir la fecundidad no frenará apenas el ritmo de crecimiento de aquí a mediados de siglo”. Se prevé que en 2050 la fecundidad total habrá descendido hasta situarse en 2,1 nacimientos por mujer, el punto aproximado que se considera necesario para alcanzar el crecimiento nulo en un contexto de poca mortalidad (para más información sobre los límites de la tasa de fecundidad del 2,1, véase la página 60). Por otra parte, centrarse únicamente en el “problema” de la fecundidad elevada enmascara que el descenso de las tasas de mortalidad es un gran motor del crecimiento demográfico. La esperanza de vida a nivel mundial se situó en 72,8 años en 2019 —casi 9 años más que en 1990— y se prevé que siga incrementándose de aquí a 2050 hasta llegar a 77,2 años, incluso dada la repercusión de la pandemia de COVID-19 en las tasas de mortalidad (DAES, 2022). El Banco Africano de Desarrollo ha subrayado que la mejora de las tasas de supervivencia (la mortalidad cae a mayor velocidad que la fecundidad) es un factor clave del crecimiento demográfico en África Subsahariana (Grupo del Banco Africano de Desarrollo, 2014). De hecho, aunque las tasas de mortalidad todavía son excesivamente altas, África Subsahariana ha conquistado avances revolucionarios en materia de salud y longevidad desde que el colonialismo tocó a su fin (véase el gráfico 4). > GRÁFICO 4 Comparativa de la tasa bruta de mortalidad (por cada 1.000 personas) a escala mundial y en África Subsahariana, 1960-2020 Fuente: DAES, 2022. 5 10 15 20 25 1960 1980 2000 2020 Mundo África Subsahariana Ta sa d e m or ta lid ad p or c ad a 1. 00 0 pe rs on as ¿Demasiado alta?42 Además, el grupo Survival —que trabaja con pueblos indígenas con el propósito de defender sus derechos sobre la tierra— observa que la densidad de población de África es solo una mínima parte de la del Reino Unido, por ejemplo, y que el estadounidense promedio utiliza 40 veces más alimentos, energía, artículos de consumo, etc. que el habitante promedio del continente africano (Corry, s. f.). Se ha opuesto a la iniciativa mundial que busca convertir el 30% de la superficie de la Tierra en “zonas protegidas” e insiste en que se trata de la continuación de la tradición colonial de expulsar a las comunidades indígenas de su territorio, a pesar de los indicios concordantes de que dichas comunidades son guardianes muy sostenibles de los recursos naturales (Maffi y Woodley, 2010; Pretty et al., 2009; Gadgil et al., 1993). > Los casos extremos entran en escena La unión del fascismo y ciertos movimientos ecologistas, con la adición de elementos del supremacismo blanco, han dado como resultado una versión peligrosa y alarmante de la teoría de que el origen del problema es una población “demasiado alta”� Uno de los padres del ecofascismo fue el escritor finlandés Pentti Linkola, que en 2009 reclamó una “poda controlada” de la población humana y se mostró en contra del descenso de la mortalidad de niños menores de 1 año� Propuso el genocidio como método para atajar tanto la destrucción cultural como la ambiental� Las aspiraciones letales del ecofascismo estallaron en forma de matanzas en Nueva Zelandia y los Estados Unidos en 2020, por mencionar solo dos ejemplos recientes� En los manifiestos de ambos autores de los disparos se mencionaban reivindicaciones que tenían que ver con el ecologismo y el supremacismo blanco (Amend, 2020)� Al analizar los 22 partidos de extrema derecha que ocuparon escaños en el Parlamento Europeo entre mayo de 2014 y septiembre de 2019, se detectó un razonamiento llamado ecobordering (política de fronteras aplicada al medio ambiente) que contempla la inmigración como una amenaza para el entorno local o nacional� De este modo, las fronteras se convierten en un tipo de protección ambiental� El ecobordering retrata a los migrantes —y en particular a los que no son blancos— como “hordas” de irresponsables para con la naturaleza que han agotado sus propios recursos naturales y que ahora ponen en peligro a los países de destino porque no “pertenecen” al entorno local ni “tienen un verdadero interés” en él (Turner y Bailey, 2022)� En los Estados Unidos, la ansiedad respecto a los inmigrantes que no son blancos ha avivado las teorías conspirativas racistas denominadas “el gran reemplazo” (se analiza en mayor profundidad en el capítulo 3), que obvian en gran medida los puntos de referencia del ecologismo y priman que se cometan actos violentos sin tiempo que perder� En opinión del consejero general de un laboratorio de ideas del estado de Minnesota, “para mí, los Estados Unidos —país integrador por antonomasia— es como una goma elástica que se estira y se estira, pero con esta situación hemos llegado al límite� Esta gente no viene de Noruega, por decirlo de alguna manera� Se dejan notar mucho” (Darby, 2019)� E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 43 > GRÁFICO 5 Opinión de los encuestados sobre la tasa de fecundidad y el tamaño de la población en los ocho países del estudio Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Demasiado alta Demasiado baja No lo sé Adecuada Tasa de fecundidad nacional Tasa de fecundidad mundial Población nacional Población mundial Fuente: UNFPA/encuesta de YouGov, 2022. Opiniones de la población ¿Hasta qué punto se ha extendido la idea de que hay “demasiada población” en el mundo o que las tasas de fecundidad son “demasiado elevadas”? En la encuesta representativa que YouGov realizó a 7.797 personas de ocho países, la opinión más extendida consideraba que la población mundial era demasiado numerosa (Gráfico 5). En 6 de los 8 países (el Brasil, Egipto, Francia, Hungría, la India y Nigeria), la mayoría de los encuestados (entre el 53% y el 76%) estaba de acuerdo con esa afirmación. En los otros dos países (los Estados Unidos y el Japón) era la postura más extendida: algo menos de la mitad de los participantes lo creía (el 49% y el 47%, respectivamente). Asimismo, en 6 de los 8 países, la opinión más generalizada sobre la tasa de fecundidad mundial sostenía que era demasiado alta. Evidentemente, esto no quiere decir que la mayoría de las personas encuestadas piense que el planeta esté a ¿Demasiado alta?44 > GRÁFICO 5 Opinión de los encuestados sobre la tasa de fecundidad y el tamaño de la población en los ocho países del estudio Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% 20% 40% 60% 80% 100% Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Francia Hungría NigeriaBrasil Egipto IndiaEstados Unidos Japón Demasiado alta Demasiado baja No lo sé Adecuada Tasa de fecundidad nacional Tasa de fecundidad mundial Población nacional Población mundial Fuente: UNFPA/encuesta de YouGov, 2022. rebosar de gente ni que las tasas de fecundidad sean un recurso para ssoluciones a un problema de este calibre. De hecho, los puntos de vista relativos al tamaño de la población del país de los encuestados eran mucho más heterogéneas: en el Brasil, Egipto, la India y Nigeria, la opinión más frecuente defendía que la población de su país era demasiado numerosa y que la tasa de fecundidad nacional era más alta de la cuenta. Por contrario, en Francia, Hungría, el Japón y los Estados Unidos, la respuesta más común fue que el tamaño de la población del país de los encuestados era “la adecuada”. En Francia y los Estados Unidos, la opinión más extendida defendía que la tasa de fecundidad nacional era la adecuada, mientras que en Hungría y el Japón, lo más normal —más de la mitad de los adultos de ambos países— era que pensaran que la tasa de fecundidad era demasiado baja. Algunas de estas creencias no son de extrañar. Por ejemplo, es cierto que los cuatro países donde la población nacional se considera demasiado numerosa han registrado un crecimiento demográfico considerable: el tamaño de la población se ha cuadruplicado con creces desde 1950. No obstante, la encuesta también señala que las inquietudes relacionadas con la población no pueden reducirse a una única causa ni a factores sencillos, sino que van mucho más acorde al contexto. Cabe mencionar que en 5 de los 8 países (el Brasil, Francia, Hungría, el Japón y los Estados Unidos), el número de encuestados que afirmaba que la población mundial era demasiado alta era mayor que el número de encuestados que hacían la misma afirmación sobre la población de sus propios países. Hungría y el Japón eran particularmente propensos a esto; en la India y Nigeria, los participantes sentían más inquietud debido a la población nacional que debido a la mundial, mientras que en Egipto ambas preocupaban por igual. Al preguntarles por el efecto que podría tener que la tasa de fecundidad mundial o nacional fuera más elevada, en Francia, Hungría, el Japón y los Estados Unidos (miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo > Esterilización forzada La esterilización sin el consentimiento pleno, libre e informado ha sido descrita en varias ocasiones por órganos de derechos humanos internacionales, regionales y nacionales como una práctica involuntaria, coercitiva o forzada, además de como una violación de los derechos humanos fundamentales, a saber, el derecho a la salud, el derecho a la privacidad, el derecho a la información, el derecho a decidir sobre el número de hijos y el intervalo entre ellos, el derecho a formar una familia y el derecho a no ser discriminado (ACNUDH et al�, 2014)� Distintos órganos de derechos humanos han reconocido que la esterilización forzada es una violación del derecho a no ser sometido a tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (Estatuto de la CPI, Artículo 7)� E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 45 Económicos [OCDE]) hubo más encuestados que afirmaron que el aumento de la fecundidad a escala mundial resultaba más perjudicial que si se trataba de la nacional. También se pidió a los participantes que, de una lista de 20 ámbitos, escogieran las 3 cuestiones que consideraran de mayor importancia al reflexionar sobre los cambios que había experimentado la población de su país. Los autores dividieron estas cuestiones en ocho categorías temáticas y, posteriormente, llegaron a la conclusión de que alrededor de como mínimo dos tercios de los adultos mencionaron que su mayor preocupación en lo tocante al cambio poblacional eran diversos asuntos económicos (Gráfico 6). Las cuestiones medioambientales ocupaban el segundo lugar en cuanto a prioridades en todos los países salvo en Hungría (donde ocupaban el tercer lugar, precedidas por las políticas en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos). En general, al agregar la información, las inquietudes vinculadas a las políticas en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos y los derechos humanos se clasificaron en tercer lugar entre las prioridades más seleccionadas, mientras que la cultura, la repercusión de los grupos étnicos y los problemas que tienen que ver con el racismo eran la cuarta prioridad (véase la nota técnica en la página 173). Llevar a cabo encuestas en ocho países no nos permite extrapolar esas opiniones a todo el planeta. > GRÁFICO 6 Fuente: UNFPA/encuesta de YouGov, 2022. Nota: La suma de los porcentajes supera el 100% porque los encuestados podían indicar los tres puntos que más les preocupaban de una lista de 20 opciones (además de la opciones de “No lo sé” y “Ninguna de estas”). Los autores las clasifi caron en las ocho categorías más amplias indicadas anteriormente. Puede encontrar más información en www.unfpa.org/swp2023/YouGovData. Inquietudes relativas a los posibles cambios demográficos en los ocho países del estudio 77% 41% 20% 22% 19% Brasil 60% 34% 31% 19% 17% Egipto 66% 48% 15% 36% 31% Francia 77% 28% 33% 21% 23% 22% Hungría 63% 46% 30% 20% India 62% 47% 17% 31% 15% Japón 80% 55% 40% 20% 26% Nigeria 66% 42% 30% 27% 21% Estados Unidos Economía Medio ambiente Políticas de salud sexual y reproductiva y derechos humanos Cultura, etnia y racismo Conflictos y tensiones Barrios marginales y crecimiento urbano Descenso demográfico Otra/No lo sé ¿Demasiado alta?46 Con todo, las respuestas sí que sirven como argumento de que la ansiedad demográfica es un fenómeno real y —en dichos países— extendido. Demuestran que las preocupaciones relacionadas con el medio ambiente son una de las razones de mayor peso de la ansiedad demográfica, lo que quizás haga que la ciudadanía sea más propensa a creer los razonamientos de que hay “demasiada gente” o que su opinión se vea influenciada por las proclamas alarmistas sobre la “superpoblación”. Análogamente, las respuestas hacen hincapié en las diferencias de percepción respecto a la población y la tasa de fecundidad del país de los encuestados y de todo el planeta. Al mismo tiempo, hay una enorme diversidad de criterio en lo relativo a la máxima preocupación de las personas. Una de las moralejas es que se necesitan más estudios para conocer las inquietudes de la ciudadanía y que, para paliarlas, resulta indispensable mejorar las comunicaciones sobre las cuestiones demográficas. Otra lección aprendida es que la sociedad tiene una perspectiva compleja y llena de matices en lo referente a la población, y los relatos simplistas —como el de que “hay demasiada gente”— no le hacen justicia. Mucha gente tiene presentes la salud y los derechos sexuales y reproductivos (y los derechos humanos en un sentido más general) al hablar de temas relacionados con la población, por lo que los derechos pueden y deben desempeñar un papel protagonista en estos diálogos. Opiniones de los encargados de formular políticas En su edición de 2015 y 2019 (las encuestas n.º 11 y n.º 12, respectivamente), la Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo planteó la pregunta “¿Cuál es la política del Gobierno con respecto al nivel de fecundidad actual?”, con la opción de contestar “Incrementarlo”, “Mantenerlo en los niveles actuales”, “Reducirlo” y “No hay política oficial”. A pesar de la ansiedad generalizada a causa de la “superpoblación”, los países más ricos —los que tienen más ingresos netos ajustados per cápita (ingresos nacionales brutos menos consumo de capital fijo y agotamiento de los recursos naturales) y más ingresos nacionales brutos per cápita— casi siempre afirman carecer de políticas orientadas a modificar la fecundidad de un modo > GRÁFICO 6 Fuente: UNFPA/encuesta de YouGov, 2022. Nota: La suma de los porcentajes supera el 100% porque los encuestados podían indicar los tres puntos que más les preocupaban de una lista de 20 opciones (además de la opciones de “No lo sé” y “Ninguna de estas”). Los autores las clasifi caron en las ocho categorías más amplias indicadas anteriormente. Puede encontrar más información en www.unfpa.org/swp2023/YouGovData. Inquietudes relativas a los posibles cambios demográficos en los ocho países del estudio 77% 41% 20% 22% 19% Brasil 60% 34% 31% 19% 17% Egipto 66% 48% 15% 36% 31% Francia 77% 28% 33% 21% 23% 22% Hungría 63% 46% 30% 20% India 62% 47% 17% 31% 15% Japón 80% 55% 40% 20% 26% Nigeria 66% 42% 30% 27% 21% Estados Unidos Economía Medio ambiente Políticas de salud sexual y reproductiva y derechos humanos Cultura, etnia y racismo Conflictos y tensiones Barrios marginales y crecimiento urbano Descenso demográfico Otra/No lo sé > GRÁFICO 7 Vínculos entre las políticas de fecundidad y los ingresos nacionales brutos y netos per cápita Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2019 y 2015. 5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 Reducir Mantener Política de fertilidad Incrementar Sin política In gr es os n et os p er c áp it a E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 47 u otro (Gráfico 7). En conjunto, los países que indicaron su intención de dar impulso a la tasa nacional de fecundidad componen el segundo escalafón más alto en cuanto a nivel de riqueza. Ambos grupos de países —los que no han aprobado políticas que afectan a la fecundidad y los que quieren que aumente— tienen un impacto ambiental negativo per cápita sumamente grande, de acuerdo con los cómputos de sus emisiones de dióxido de carbono per cápita y las emisiones de dióxido de carbono per cápita ajustadas según el nivel de consumo (Gráfico 8). Dicho de otra forma, los países donde hay mayor riqueza y consumo contemplan su tasa de fecundidad con indiferencia o están tomando medidas para potenciarla. Este patrón también aparece al estudiar las verdaderas tasas de fecundidad de los países (y no las intenciones en materia de políticas que hayan concretado las autoridades). La Encuesta de las Naciones Unidas no pregunta a los países por su opinión sobre el tamaño de la población mundial. Sin esa información, las mencionadas políticas de fecundidad pueden interpretarse de dos maneras: o bien los países que disfrutan de altos niveles de desarrollo y riqueza quizás no se preocupan mucho por la “superpoblación”, o bien > GRÁFICO 8 Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2019 y 2015. La zona en verde indica que las emisiones de CO2 se sitúan en, como máximo, 3 toneladas por cápita; según numerosas fuentes, se cree que mantener la tasa de emisiones per cápita en ese intervalo es un requisito indispensable para que el consumo sea sostenible. El tamaño de los puntos del gráfi co es proporcional al tamaño de la población del país. Correlación entre la fecundidad global, las políticas de fecundidad y las emisiones de dióxido de carbono per cápita ajustadas según el nivel de consumo y el tamaño de la población Ta sa g lo ba l d e fe cu nd id ad Toneladas de CO2 per cápita Reducir Mantener Sin política Sin respuesta Incrementar 1 2 3 4 5 6 7 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 Los países que registran las tasas de fecundidad más elevadas casi siempre son los que emiten menos dióxido de carbono per cápita > GRÁFICO 9 Nacimientos por cada 1.000 adolescentes Tasa de natalidad adolescente Ta sa g lo ba l d e fe cu nd id ad Años Esperanza de vida, población femenina Años Esperanza de vida sana, población femenina Muertes por cada 100.000 nacidos vivos Tasa de mortalidad materna Reducir Mantener Sin política Sin respuesta Incrementar 1 2 3 4 5 6 7 8 0 50 100 150 200 1 2 3 4 5 6 7 8 40 50 60 70 80 90 1 2 3 4 5 6 7 8 40 50 60 70 80 90 1 2 3 4 5 6 7 8 0 500 1,000 1,500 Correlación entre la tasa global de fecundidad, las políticas de fecundidad y otros indicadores del desarrollo Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2019 y 2015. Si desea información sobre la esperanza de vida y la esperanza de vida sana, consulte la nota técnica de la página 174. ¿Demasiado alta?48 > GRÁFICO 8 Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2019 y 2015. La zona en verde indica que las emisiones de CO2 se sitúan en, como máximo, 3 toneladas por cápita; según numerosas fuentes, se cree que mantener la tasa de emisiones per cápita en ese intervalo es un requisito indispensable para que el consumo sea sostenible. El tamaño de los puntos del gráfi co es proporcional al tamaño de la población del país. Correlación entre la fecundidad global, las políticas de fecundidad y las emisiones de dióxido de carbono per cápita ajustadas según el nivel de consumo y el tamaño de la población Ta sa g lo ba l d e fe cu nd id ad Toneladas de CO2 per cápita Reducir Mantener Sin política Sin respuesta Incrementar 1 2 3 4 5 6 7 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 Los países que registran las tasas de fecundidad más elevadas casi siempre son los que emiten menos dióxido de carbono per cápita sí se preocupan, pero no por la parte con la que ellos mismos contribuyen a ella. En los países con las mayores tasas de fecundidad, las autoridades sí que expresan su inquietud respecto al crecimiento demográfico. Las respuestas a la Encuesta de las Naciones Unidas revelan que la práctica totalidad de países con tasas de fecundidad elevadas habían anunciado su intención de reducirlas a través de medidas normativas. Al estudiar las circunstancias de dichos países, lo más probable es que las políticas orientadas a restringir las tasas de fecundidad sean fundamentalmente una respuesta a las preocupaciones que suscita la idea de no poderse permitir las inversiones indispensables en > GRÁFICO 9 Nacimientos por cada 1.000 adolescentes Tasa de natalidad adolescente Ta sa g lo ba l d e fe cu nd id ad Años Esperanza de vida, población femenina Años Esperanza de vida sana, población femenina Muertes por cada 100.000 nacidos vivos Tasa de mortalidad materna Reducir Mantener Sin política Sin respuesta Incrementar 1 2 3 4 5 6 7 8 0 50 100 150 200 1 2 3 4 5 6 7 8 40 50 60 70 80 90 1 2 3 4 5 6 7 8 40 50 60 70 80 90 1 2 3 4 5 6 7 8 0 500 1,000 1,500 Correlación entre la tasa global de fecundidad, las políticas de fecundidad y otros indicadores del desarrollo Fuente: Encuesta de las Naciones Unidas entre los Gobiernos sobre población y desarrollo, 2019 y 2015. Si desea información sobre la esperanza de vida y la esperanza de vida sana, consulte la nota técnica de la página 174. > Países donde hay mayor riqueza y consumo contemplan su tasa de fecundidad con indiferencia o están tomando medidas para potenciarla. _ _ _ E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 49 educación, salud y servicios sociales que se traducirían en una mejora del bienestar y una mayor prosperidad económica. En los países con tasas de fecundidad altas se registra una importante correlación con el descenso de la esperanza de vida de la población femenina (Gráfico 9). Muchos de los factores que motivan este recorte de la esperanza de vida guardan una relación directa con la atención de la salud reproductiva: los habitantes de países donde el sistema de salud es más frágil se topan con más obstáculos (financieros y logísticos, entre otros) a la hora de acceder a información y servicios sobre anticonceptivos, tienen más embarazos no planeados y corren un mayor riesgo de que se produzca una muerte materna, neonatal y de menores de 5 años (Starrs et al., 2018). La reciprocidad entre la tasa de fecundidad y la de mortalidad surge con más fuerza en los lugares con mayor fecundidad: existe una interdependencia muy marcada entre las tasas elevadas de fecundidad y un alto grado de muerte materna y natalidad adolescente (que a su vez conlleva un riesgo mayor de que la madre sufra lesiones o fallezca); por otro lado, puede que el aumento de la mortalidad total funcione como incentivo a la fecundidad. Por ejemplo, una de las personas que respondió al cuestionario sobre anticoncepción en Kenya explicó lo siguiente: “Los hombres jóvenes dicen que primero quieren tener muchos hijos y más adelante vendrá [la planificación familiar]. Se preguntan qué pasaría si se diera la situación de que solo tuvieran dos hijos y ambos murieran” (Consejo Nacional de Población y Desarrollo, 2014). Según la edición de 2021 del informe World Population Policies, 69 países cuentan con políticas dirigidas a reducir la fecundidad; de ellos, algo más de la mitad se encuentran en África Subsahariana (DAES, 2021). El informe señala que, en esos países, elevar la edad mínima para contraer matrimonio o entrar en una unión, incrementar la edad a la que las madres tienen su primer parto y ampliar el lapso de tiempo entre nacimientos sucesivos “se consideran métodos eficaces para mejorar la salud sexual y reproductiva y contribuir a mermar las tasas de fecundidad”. Todas ellas son iniciativas políticas y de desarrollo dignas de elogio: se ha comprobado que respaldan la salud, los derechos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y su valor va mucho más allá de las repercusiones que tengan en la tasa nacional de fecundidad. Sin embargo, puede que se planteen problemas —y de hecho, así sucede— si tales iniciativas se ligan a un objetivo de fecundidad (ya sea de forma explícita en el texto de las políticas o de forma implícita en la interpretación que les dan los funcionarios locales o los proveedores de servicios) en lugar de ir destinadas específicamente a ayudar a garantizar los derechos sexuales y reproductivos de la ciudadanía. Cuando los derechos y libertades pasan a un segundo plano Criticar las inquietudes en torno a “una población demasiado alta” por su carácter alarmista y exagerado no es lo mismo que hacer caso omiso de las preocupaciones relativas al crecimiento demográfico o a las elevadas tasas de fecundidad. Muchos motivos de preocupación son legítimos, también los que tienen que ver con los efectos del crecimiento demográfico que se produce sin que se dediquen inversiones al desarrollo sostenible y a mejorar el bienestar humano. La planificación familiar puede contribuir a remediar estas inquietudes y sustentar el descenso de la fecundidad con miras a obtener “un dividendo demográfico a raíz de limitar la tasa de dependencia, dar más participación a las mujeres en la fuerza de trabajo remunerada y permitir un aumento de las inversiones en capital físico y humano” (Liu y Raftery, 2020). Es un paradigma archiconocido desde hace decenios. De hecho, los objetivos de quienes se preocupan porque hay “demasiada gente” y los de quienes defienden los derechos humanos y reproductivos coinciden en su mayor parte. Ambos grupos reivindican que se amplíe considerablemente el acceso a información y servicios de anticoncepción de gran ¿Demasiado alta?50 calidad. Ambos grupos abogan por que se invierta en la educación de las niñas y el empoderamiento económico de las mujeres; además, subrayan los beneficios en materia de desarrollo que obtienen las sociedades y las naciones en un sentido más general cuando las personas tienen la capacidad de planificar el tamaño de su familia de forma responsable, recibir una educación e invertir en su descendencia. Asimismo, ambos destacan los grandes avances en materia de desarrollo que pueden conquistarse en los años posteriores al descenso de la fecundidad (Mayhew et al., 2020; Janetos et al., 2012). La discrepancia está en la toma de decisiones. ¿Quién pone en práctica su capacidad de acción y su libertad reproductiva? Es imposible responder a la pregunta a menos que preguntemos a la gente lo que quiere. La ansiedad por la superpoblación puede llevar a la formulación de propuestas para gestionar, o incluso controlar, las poblaciones humanas (Cafaro, 2012), algo que en el peor de los casos desemboca en políticas demográficas forzosas con un enfoque descendente. Pero incluso si se rechazan las prácticas más represivas, la creencia de que los especialistas pueden o deben determinar las poblaciones provoca que se fijen objetivos “de modo velado” a través de la persuasión y los incentivos, lo que a veces se denomina “control demográfico no coercitivo” (Cafaro, 2012). Dichos objetivos se proponen convencer a la ciudadanía de “las ventajas de invertir en familias menos numerosas… [y] de cómo el descenso demográfico contribuye a garantizar que las generaciones venideras tengan la mejor vida posible estén donde estén” (The Population Dimension, 2021). En realidad, fomentar la planificación familiar con esta táctica —para la que la capacidad de acción en temas reproductivos es algo secundario— puede menoscabar la aceptación de los anticonceptivos y el compromiso con los derechos reproductivos (Nandagiri, 2021; Senderowicz, 2020). Los grupos marginados —sobre todo los que viven en países en desarrollo que reciben de parte de donantes financiación destinada a programas de planificación familiar— han manifestado reiteradamente la inquietud que suscita que los agentes gubernamentales impongan el uso de anticonceptivos con fines poco claros. Esos temores ven la conexión entre las políticas históricas de eugenesia (Thorburn y Bogart, 2005), el colonialismo (Kaler, 2003), los genocidios y las iniciativas modernas de salud reproductiva. En 2012, una publicación dirigida a los encargados de ejecutar un programa lanzaba la siguiente advertencia: “Crear un vínculo demasiado estrecho entre el programa de planificación familiar y los donantes extranjeros puede redundar en que se los acuse de orquestar un genocidio” (Bongaarts et al., 2012). Algunas comunidades (Mwaisaka et al., 2020; Thorburn y Bogart, 2005), intelectuales (Bendix et al., 2020; Wilson, 2018) e incluso dirigentes políticos (Anon, 2022, 2018; Yeginsu, 2014) han seguido expresando tales miedos a la planificación familiar como obligación impuesta desde otro país. Van a más cuando los encargados de formular políticas en países más ricos enfocan los programas de planificación E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 51 familiar como una estrategia para tranquilizar a otros países en lo referente a que haya “demasiado” crecimiento demográfico y fecundidad. Por ejemplo, un funcionario de un país señaló que, además de respaldar la autonomía y la salud de las mujeres y las niñas, la asistencia humanitaria dirigida a programas de planificación familiar también contribuye a frenar las elevadas tasas de crecimiento demográfico de África y, por consiguiente, la presión migratoria que soporta Europa (BBC, 2017; ReliefWeb, 2017). Este último objetivo tuvo gran difusión en los medios de comunicación (BBC, 2017; Bergin, 2017), puesto que reflejaba los antiguos discursos que aseguraban que la planificación familiar era una herramienta del “lobby del control demográfico” que se empeña en imponer valores occidentales a las comunidades de otras regiones (BBC, 2017; Pearce, 1994). Todavía es habitual que los programas de planificación familiar a nivel mundial y nacional se valoren más que nada según los resultados que arrojan en lo que respecta al aumento del uso de anticonceptivos y la reducción de la fecundidad. Incluso si los programas se adhieren plenamente a la terminología de los derechos y el empoderamiento, existe el riesgo de que coaccionen a los beneficiarios si se entiende —por parte de los gestores, los proveedores de servicios u otros agentes— que la meta fundamental es encaminar la libertad de la población en una dirección determinada. Diversos estudios acerca del suministro de anticonceptivos en países de ingreso bajo han revelado que las mujeres han denunciado incidentes de asesoramiento sesgado o que seguía una línea determinada, información errónea, escasa variedad de anticonceptivos, negativas a proporcionar un método concreto, denegación de la extracción de implantes anticonceptivos y colocación de métodos anticonceptivos de larga duración sin consentimiento (Senderowicz y Kolenda, 2022; Tumlinson et al., 2022; Senderowicz, 2019). Además, los objetivos de planificación familiar pueden ocultar casos de discriminación de género y de otros tipos. En la India, algunos estados propusieron en 2021 una política encaminada a que las familias tuvieran solo dos hijos que funcionaba por medio de incentivos económicos a la esterilización y penalizaciones como la pérdida de prestaciones y la inhabilitación para desempeñar ciertos empleos públicos y postularse a cargos políticos locales en caso de que alguien superara el tamaño de la familia que quería promoverse (Nagabhushana y Sarkar, 2022; Ellis-Petersen, 2021; Departamento de Salud y Bienestar Familiar del Gobierno de Assam, 2017). Ya entonces, algunos analistas enumeraron algunos de los efectos perjudiciales de dichas políticas, a saber: el aborto en función del sexo del feto, la preferencia por los hijos varones, los hombres que niegan ser el padre de una niña, la determinación del sexo del feto y la violencia contra las mujeres por haber dado a luz a una niña (Mishra y Paul, 2022). Otros analistas señalaron que este tipo de políticas afectarían de forma desproporcionada a los sectores vulnerables de la sociedad (Tyagi, 2021) y a los miembros de grupos religiosos con tasas de natalidad más altas (Rao, 2022; Dash, 2021; Ghosh, 2021). Las autoridades nacionales, con énfasis en su rechazo a las medidas de coacción en la planificación familiar, declararon en varios foros —entre ellos, el Parlamento— no estar a favor de ese tipo de políticas, que demostrarían “tener un efecto contraproducente” (Gobierno de la India, 2021). En 2012, varios médicos de Uzbekistán protestaron contra el uso de la esterilización para disminuir el crecimiento demográfico, que englobaba dar argumentos a los pacientes más pobres sobre por qué no podían permitirse tener más hijos (Holt, 2012). Ninguno de estos problemas mina ni anula la importancia de los programas de planificación familiar, que han sido fundamentales en muchos de los avances relacionados con la salud y los derechos que se han logrado en los últimos decenios. Los programas de planificación familiar han reducido notablemente las tasas de mortalidad materna, han evitado unas 150.000 muertes maternas en tan solo un año (FP2030, 2022) y van muy ligados al descenso de los embarazos en la adolescencia (UNFPA, 2020) y a la mejora del nivel ¿Demasiado alta?52 ejercen sobre la sexualidad y la capacidad reproductora de su pareja (Kabagenyi et al., 2014; Consejo Nacional de Población y Desarrollo, 2014). Los datos más recientes de los ODS indican que, en 68 países que presentan informes, tan solo el 56% de las mujeres con pareja puede tomar decisiones sobre atención de la salud, sexo o anticoncepción (UNFPA, 2023). En vista de la falta de autonomía corporal, los programas de planificación familiar han de proceder con cuidado a fin de que la capacidad de decisión sobre el cuerpo de una mujer no pase sencillamente de la pareja al Estado, o viceversa. Por otra parte, es fundamental tener en cuenta que la planificación familiar abarca mucho más que información y atención sobre anticonceptivos: también incluye la asistencia a quienes quieren quedarse embarazadas, un deseo que no pierde validez por darse en un país donde la tasa de fecundidad es alta. Es más: los investigadores empezaron a señalar hace mucho tiempo que, con frecuencia, en los países en desarrollo con tasas de fecundidad elevadas se da la paradoja de que también se registren altos índices de infertilidad (Equipo de Tareas sobre Ética y Derecho de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, 2009), lo que supone una pérdida para quienes no consiguen alcanzar sus metas reproductivas (para más información véase la página 137). Situar a las personas en el centro A lo largo de la historia, los vínculos entre los resultados económicos y la población han sido objeto de debate (Sinding, 2009); el crecimiento demográfico se consideraba una ventaja, un obstáculo o irrelevante para el crecimiento económico (Fox y Dyson, 2015). Algunos datos apuntan a que la relación depende de la época, lo que sugiere que el auge de la economía mundial a mediados del siglo pasado enmascaró las consecuencias negativas que acarrea un gran crecimiento demográfico. Aunque los estudios de los que disponemos hoy en día muestran que las transiciones demográficas —el paso de una educativo (Stevenson et al., 2021). La contracción de la tasa de fecundidad —también en los países donde antes era elevada— obedece sobre todo al hecho de que la gente tiene medios y oportunidades para ejercer sus derechos y su libre albedrío. Por supuesto, los progresos económicos y de desarrollo son razones válidas para fomentar las iniciativas de planificación familiar en conjunto y puede que incluso funcionen como incentivos más atractivos para los donantes o líderes que solamente los derechos humanos. Sin embargo, y aunque las ventajas económicas y de desarrollo que aportan los programas de planificación familiar son razones encomiables y de peso, no pueden quedar por encima del objetivo vital: empoderar a las mujeres y las niñas para que tengan libertad para decidir sobre su cuerpo y su futuro. La experiencia nos ha enseñado que si los anticonceptivos se consideran una herramienta para alcanzar un fin que no sea la salud y el empoderamiento personal, las mujeres y las niñas quedan expuestas a consecuencias perjudiciales. En el caso de una comunidad de los Estados Unidos, el miedo a un “genocidio negro” en la década de 1960 motivó que los dirigentes masculinos rechazaran los servicios de anticoncepción que financiaba el Gobierno, una decisión a la que se opusieron frontalmente las mujeres de la comunidad (Caron, 1998). Del mismo modo, los anticonceptivos inyectables se prohibieron en Zimbabwe tras el fin del colonialismo debido en parte a que se veían como un método muy ligado a las estrategias coloniales de control demográfico, pese a que era muy popular entre la población femenina, que a menudo lo consideraba una forma de regular su fecundidad sin la intromisión de su pareja o familia (Kaler, 1998). Además, los defensores de los derechos reproductivos en los Estados Unidos han advertido que, paradójicamente, insistir demasiado en que determinados grupos de usuarios empleen anticonceptivos reversibles de larga duración podría limitar las opciones de las mujeres más marginadas (Gomez y Wapman, 2017; Gomez et al., 2014). Con frecuencia, los hombres que se oponen a los anticonceptivos piensan que socavan la autoridad que E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 53 tasa elevada de fecundidad a una baja— brindan una oportunidad excelente para generar beneficios económicos y de desarrollo en forma de lo que se denomina “dividendo demográfico” (UNFPA, 2018; Lee y Mason, 2006; Bloom y Williamson, 1998), la clave de estas ventajas no es un enfoque automático, sino el factor humano. Los programas de planificación familiar deben ir acompañados de otras mejoras del bienestar humano, como el aumento de la igualdad, la ampliación de la educación y la creación de empleos más estables, a fin de potenciar al máximo los beneficios (Fletcher et al., 2014) y seguir la tendencia del progreso mundial. Por sí sola, sin remediar la situación de inferioridad de las mujeres y las niñas en todo el planeta, es probable que la planificación familiar tenga poco efecto en el desarrollo socioeconómico general. De hecho, el mundo ha avanzado enormemente en lo que respecta a facilitar el acceso a la información y los servicios de anticoncepción. Si bien la ignorancia sobre los anticonceptivos era la razón más habitual para no utilizarlos en los años ochenta, ahora es una de las menos frecuentes, una tendencia muy alentadora (Sedgh et al., 2016). No obstante, los estudios han constatado que, en 2023, el 41% de las mujeres no recurren a anticonceptivos modernos (DAES, 2022c), algo que recalca la importancia de crear un entorno propicio para que las mujeres alcancen sus metas reproductivas. Esto implica no limitarse a repartir productos anticonceptivos, sino también facilitar una educación integral en sexualidad (que comprenda información fáctica sobre derechos humanos e igualdad de género), servicios de salud que proporcionen atención con perspectiva de género y un surtido lo más variado posible de métodos anticonceptivos, y —sobre todo— mejoras globales en materia de igualdad de género a fin de vencer la resistencia a la anticoncepción fruto de las normas patriarcales. Motivos para la esperanza Dado que vivimos en un mundo de incertidumbre y preocupaciones, hablar de cuestiones demográficas es ineludible. Eso sí: debemos encontrar nuevas formas de hacerlo que nos permitan eliminar de raíz los sesgos que conservamos y dejar de perpetuar normas y mitos dañinos y discriminatorios. El propio Malthus nos sirve de ejemplo: predijo que el crecimiento demográfico acabaría con las reservas de alimentos… pero no tuvo en cuenta que la productividad del sector agrícola iba a mejorar sumamente rápido. En última instancia, fue lo que ocasionó que su profecía no se cumpliera (Ojeda et al., 2020). Malthus también pasó por alto las diferencias en cuanto al consumo de recursos y las desigualdades, dos cuestiones fundamentales que son una piedra angular de crisis tales como las hambrunas y la emergencia climática de nuestros días. En definitiva, la cantinela de “una población demasiado alta” plantea el riesgo de reforzar (aunque sea de manera accidental) las viejas ideas sobre quiénes “tienen valor” y quiénes no. Tampoco aborda cuestiones más amplias como la capacidad de acción, la autonomía, los derechos o la justicia, que gravitan en torno a las dos cuestiones demográficas esenciales: la reproducción y la migración (la migración se estudia en el capítulo 3). En contra de las voces de alarma sobre la escalada de las cifras poblacionales, las tendencias demográficas de todo el globo ponen de relieve que el crecimiento se ha ralentizado y las sociedades envejecen (véase el capítulo 3). La mitad del aumento de la población mundial previsto para 2050 corresponde a solo ocho países (Egipto, Etiopía, Filipinas, la India, Nigeria, el Pakistán, la República Democrática del Congo y la República Unida de Tanzanía), mientras que dos tercios de los habitantes del planeta viven actualmente en un país donde la fecundidad a lo largo de la etapa reproductiva se corresponde con el crecimiento nulo. En referencia a estas tendencias, el Banco Mundial hace notar que “la demografía no tiene por qué conducirnos al desastre”. En los países que atraviesan una transición demográfica —las tasas de fecundidad se reducen, la esperanza de vida aumenta y la fuerza de trabajo se vuelve más numerosa—, las inversiones en capital humano pueden dar lugar a un dividendo demográfico no solo ¿Demasiado alta?54 con una mayor productividad económica, sino también con más sanidad, educación y empoderamiento (tres factores que también se asocian al descenso de las tasas de fecundidad) (Gorvett, 2022; Canning et al., 2015). Se han recabado otras pruebas que demuestran que un mayor capital social puede contrarrestar las repercusiones medioambientales al mismo tiempo que impulsa la productividad y el crecimiento económico. Un estudio en China halló que el flujo constante de personas que se trasladan a las zonas urbanas ha puesto más presión en el entorno, pero que los efectos se han moderado gracias a los logros académicos, que mejoraron paralelamente (Ahmed et al., 2020). Puesto que la urbanización es primordial para el crecimiento económico, el estudio recomendaba no ponerle fin, sino integrar la sostenibilidad urbana como eje central de las políticas medioambientales. Entre los elementos indispensables cabe citar el urbanismo, las inversiones bien planificadas en sectores y mercados laborales verdes, y la capacitación de la fuerza de trabajo con el propósito de seguir desarrollando el capital humano. En vista de los problemas actuales, avanzar hacia respuestas eficaces, realistas y basadas en los derechos exige que nos replanteemos nuestra forma de hablar y pensar sobre la población, la justicia, el desarrollo, el clima y los vínculos entre estos conceptos. Los derechos sexuales y reproductivos se definieron y acordaron en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, así como en otros instrumentos regionales (por ejemplo, el Consenso de Montevideo y el Protocolo de Maputo). El ejercicio de esos derechos dará respaldo a otros tipos de progreso humano. No obstante, no podemos valernos de los derechos principalmente para lograr los objetivos de fecundidad, acelerar el crecimiento económico o refrenar el cambio climático. Tampoco se pueden dejar de lado en condiciones diversas. Quizás el verdadero problema no resida tanto en “un futuro horroroso” como en escapar de un “pasado horroroso” en el que la gente y los recursos ambientales estaban supeditados a las economías y a los estratos poderosos de la sociedad, y no a la inversa (Bluwstein et al., 2021). Los activistas reivindican desde hace mucho que se proporcionen anticonceptivos, atención a la salud reproductiva, políticas sociales como las licencias de maternidad, etc., por motivos que van más allá de los objetivos de fecundidad (Senderowicz, 2020). Esa labor ha de seguir adelante y formar parte de las iniciativas modernas más amplias que buscan ubicar las cuestiones de población, desarrollo y derechos humanos en un marco de justicia sexual y reproductiva (Ross y Solinger, 2017). Dicho marco engloba el derecho a tener hijos o no, el derecho a criar a los hijos en un entorno seguro y sostenible y el derecho a la autonomía sexual y la libertad de género. Los derechos sexuales y reproductivos constituyen la base del marco, pero este también reconoce las circunstancias en las que tiene lugar la reproducción —por ejemplo, la variedad de desigualdades y factores transversales de discriminación económica, social y ambiental que limitan por sistema las libertades sexuales y reproductivas— y exige que se tomen medidas al respecto. Estos obstáculos se combinan y están presentes en el plano comunitario, nacional, regional y mundial. Salvarlos es más difícil para quienes se encuentran en los puntos de convergencia de numerosas formas de marginalización y vulnerabilidad (McGovern et al., 2022). En 2015, el Consejo de Ministros de Sudáfrica incluyó la salud y derechos sexuales y reproductivos como prioridad en materia de política demográfica, algo que se ha traducido en consultas extensas con diversos sectores en las que se han analizado temas relacionados con la gobernanza, la prestación de servicios, la migración y la movilidad, las tradiciones, la cultura, los idiomas, la pobreza, la desigualdad y la demografía. Está previsto que en 2023 se celebre una conferencia nacional donde se recalcarán las prioridades que necesitan intervenciones reforzadas. En Nepal, tras un caso histórico que corroboraba los derechos reproductivos y la autonomía de las mujeres en todas sus funciones reproductoras, el Tribunal Supremo ordenó al Gobierno de Nepal que introdujera los cambios jurídicos y normativos indispensables para que todas las mujeres puedan ejercer esos derechos, sin olvidar a las pobres y E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 55 RELATO Durante sus rondas en una zona rural de Etiopía, la agente de divulgación sanitaria Amsalu hace visitas domiciliarias para repartir anticonceptivos entre las mujeres que no tendrían acceso a ellos de no ser por su labor� En la mayoría de los casos, el marido de la usuaria sabe que utiliza anticonceptivos, pero no siempre es así� “Estas mujeres tienen ya tres o cuatro hijos”, comenta Amsalu, que tiene 36 años y empezó a trabajar en este campo hace 14� “Esconden los anticonceptivos porque el marido quiere tener más hijos, pero ellas ya han llegado a su límite o quieren dejar pasar algo de tiempo”� Se calcula que el 7% de las mujeres casadas de Etiopía que usan anticonceptivos lo hacen de manera encubierta (PMA Ethiopia, s. f.). Sin embargo, no es un fenómeno exclusivo de este país, sino que también lo encontramos en otros muchos; según las estimaciones recientes, la proporción en África Subsahariana oscila entre el 5% de Kano (Nigeria) y más del 16% en Burkina Faso (Sarnak et al�, 2022)� Normalmente, las mujeres optan por la anticoncepción encubierta debido a que el marido está en contra� Algunos hombres creen que si una mujer usa anticonceptivos es porque tiene una aventura amorosa� Otros se oponen porque piensan que son perjudiciales para la salud de la esposa o sus creencias religiosas no los permiten� También hay otros que prefieren que su mujer no deje de tener hijos� En muchos países, las mujeres suelen tener menos poder de decisión en el terreno de la salud (Smith et al., 2022), lo que quiere decir que si el marido prohíbe a la mujer recurrir a los anticonceptivos, tal vez solo tenga dos opciones: renunciar a ellos o utilizarlos de forma encubierta� Amsalu cuenta que las mujeres de su zona prefieren los anticonceptivos inyectables porque duran tres meses y no se ven� Por otro lado, según Gelila, que proporciona servicios de planificación familiar, las mujeres de la capital del país que tienen que esconder los anticonceptivos prefieren los implantes y dispositivos intrauterinos� “Es posible que nos pidan ocultar la cicatriz del implante para que el marido no se dé cuenta”, afirma. “Las mujeres esconden los anticonceptivos porque tienen Con el uso encubierto de anticonceptivos, las mujeres disputan el poder que los hombres ejercen sobre las decisiones relativas a la maternidad ¿Demasiado alta?56 miedo”� Dependen del marido y temen lo que pasaría si las descubren� Las consecuencias abarcan desde el divorcio a actos violentos� Gelila continúa: “Me acuerdo de una vez que un hombre trajo a su esposa a la clínica y me exigió que le quitara los implantes en el acto”� Según Shannon Wood, una investigadora de la Universidad Johns Hopkins que analiza los determinantes sociales de la salud femenina, la violencia de género y los resultados desfavorables de salud sexual y reproductiva, algunas mujeres prefieren aun así el uso encubierto en respuesta a la “coacción gestacional” pese a los riesgos que eso entraña� Se cree que 1 de cada 5 mujeres etíopes de entre 15 y 49 años han sufrido coacción gestacional, que consiste en que el marido prohíba cualquier tipo de planificación familiar, le quite los anticonceptivos a la esposa, amenace con dejarla si no se queda embarazada o la golpee si no quiere tener hijos, entre otras cosas (Dozier, et al., 2022)� A pesar de que el uso encubierto de anticonceptivos sigue siendo una realidad en la capital del país y las zonas rurales, Gelila y Amsalu comentan que es menos frecuente que hace 10 o 20 años� “Los hombres de hoy son más abiertos y comprensivos”, opina Amsalu� “Lo ideal es que las parejas hablen sobre los anticonceptivos”, añade Gelila� “Si eso no soluciona las cosas, la mujer puede tomar las riendas y utilizarlos incluso si su marido no está de acuerdo� Es muy empoderante que haga lo necesario para quedarse embarazada en el momento que considere o dejar pasar más tiempo entre embarazos”� “Se cree que 1 de cada 5 mujeres etíopes de entre 15 y 49 años han sufrido coacción gestaciona”. Normalmente, las mujeres optan por la anticoncepción encubierta debido a que el marido está en contra. En la fotografía se muestra a una agente de divulgación sanitaria etíope que asesora a mujeres sobre planificación familiar. © UNFPA/Mulugeta Ayene 57E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 marginadas (McGovern et al., 2022). El Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo, aprobado en la Conferencia Regional de 2013 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es otro gran ejemplo de políticas demográficas centradas en los derechos humanos, especialmente en los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género, la inclusión de las minorías y las labores de lucha contra la desigualdad (CEPAL de las Naciones Unidas, 2013). El enfoque de la justicia sexual y reproductiva también puede ayudarnos a ver más claramente la relación entre la catástrofe climática y la población. Indica cómo se camuflan las dimensiones de raza y género y la cruda injusticia de los resultados bajo el argumento de “una población demasiado alta”. Las mujeres están ya en la línea de fuego del cambio climático, luchando por salir adelante con menos bienes y recursos; carencias que afectan a la alimentación, la educación, el empleo y la atención a la salud; y los horrores de la violencia de género (Anon, 2022a). La idea de explotar su capacidad reproductiva para solventar la degradación del entorno y las pérdidas ambientales es tan inaceptable como inútil, porque da por hecho que “no existe un desequilibrio elemental de poder entre los ricos y los pobres ni contradicción alguna entre culpar en exceso de los problemas del mundo a las mujeres pobres y su fecundidad a la vez que se defiende la salud y los derechos reproductivos” (Hartmann y Barajas-Román, 2011). El discurso incesante de “una población demasiado alta” nos da a entender que debemos insistir y basarnos en la labor del Programa de Acción de la CIPD; una de las posibles avenidas es dar más protagonismo en nuevos contextos a su mensaje clave: la importancia que la salud y los derechos reproductivos en el plano particular revisten para el desarrollo humano colectivo. Hasta cierto punto, vemos esa actitud cuando los activistas medioambientales, de la justicia social y del ecofeminismo plantean todos los problemas ambientales como cuestiones reproductivas, puesto que sostener los ecosistemas es lo que hace posible todas las formas de vida y facilita los procesos de producción y reproducción que necesitan todas las comunidades (Di Chiro, 2008). Si se siguieran enfoques de este tipo, dejaríamos de centrarnos en las cifras de población y prestaríamos atención a las vivencias humanas (Ojeda et al., 2020). Los especialistas indígenas han sido pioneros a la hora de articular una visión medioambiental de la justicia reproductiva que se asienta en una variedad de relaciones familiares, no solo con la familia humana, sino también con el medio natural del que dependemos (Lappé et al., 2019). Muchas autoridades en la materia sostienen que volver a equilibrar el sistema económico, social y político para acabar con sus desigualdades puede ser mucho más fructífero para remediar las inquietudes de hoy en día, una idea que constituye precisamente la esencia de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En lugar de reducir el número de habitantes del planeta, tenemos que dedicar más esfuerzos a invertir en educación, una atención de la salud de calidad, medidas para resolver la inseguridad alimentaria, energía limpia y asequible e igualdad de género en todos los aspectos de la vida, entre otros principios básicos. El grupo científico Union of Concerned Scientists refleja este planteamiento en la siguiente afirmación: “Poner equivocadamente el crecimiento demográfico en el punto de mira como factor impulsor esencial del cambio climático en tiempos pasados, presentes y futuros aúna el aumento de las emisiones con el aumento de la cifra de habitantes del planeta en lugar de fijar la atención en la verdadera fuente de esas emisiones: más coches, centrales eléctricas, aviones, fábricas y edificios, y otros aspectos de nuestros hábitos y economías, que dependen de los combustibles fósiles”. Cabe destacar que el 10% más rico de la población mundial genera más de la mitad del total de emisiones (Union of Concerned Scientists, 2022). El desarrollo sostenible se apoya en una multitud de factores; las características demográficas son uno de ellos, pero no el único ni el más destacado. El recuento de las cifras de población tiene que servir para que la humanidad en conjunto avance, no para debilitarla. ¿Demasiado alta?58 Para algunas mujeres, la planificación familiar es una cuestión de vida o muerte� Si no hay dinero para dar de comer a más niños, no dejar que la familia crezca es uno de los recursos a los que las mujeres pueden echar mano para sobrellevar la situación� Es el caso de Pela Judith, que vive en la región del Gran Sur (Madagascar), una zona que ahora atraviesa la sequía más grave de los últimos 40 años (Kouame, 2022)� “Antes cultivaba mandioca y cereales� Los niños iban a clase mientras nosotros trabajábamos la tierra”� Es una época que, a sus 25 años, prácticamente ya no recuerda� “Las sequías han cambiado muchas cosas� Ahora todo se ha vuelto muy caro: la comida, el agua… Tuvimos que sacar de la escuela a dos de mis hijos”� La sequía ha provocado una gran escasez de alimentos que afecta a más de un millón de personas� Para Pela Judith, vino de la mano de otra tragedia: su marido quedó paralizado parcialmente a raíz de una enfermedad� Vendieron sus terrenos para pagar el tratamiento y se trasladaron a la ciudad a fin de buscar trabajo� Ahora Pela Judith, que lava ropa y acarrea agua a cambio de dinero, es el único sostén de la familia� Considera que, en sus circunstancias, los anticonceptivos son imprescindibles: “No puedo ni alimentar a mis cuatro hijos, así que tener otro más ya no entra en mis planes”� No es la única en esta situación: muchas mujeres deciden controlar el tamaño del hogar en vista de la catástrofe climática (Staveteig et al., 2018)� Sin embargo, no todas toman el mismo camino� Hay indicios de que, mientras que algunas mujeres de Bangladesh y Mozambique preferían no tener hijos porque no podían garantizar que sobrevivieran, otras querían tener una familia más numerosa —como mínimo, otro niño más— porque se veía como una forma de contribuir a la seguridad del hogar (IPAS, s. f.). Depender de un hombre nunca fue una opción para Volatanae, que tiene 43 años� Es vendedora ambulante en Majunga (Madagascar), una ciudad a más de 1�500 kilómetros de sus cuatro hijos, que viven con los abuelos maternos� El padre los abandonó, así que Volatanae carga con toda la responsabilidad de ganar dinero para enviarlo a casa de sus padres y que así los niños tengan para comer� En Majunga empezó una relación con un hombre que resultó ser un maltratador� “No dejaba de pegarme� Por su culpa no oigo bien por el oído izquierdo ni por el derecho; tampoco veo muy bien con el ojo izquierdo”� Las lesiones hacen que llegar a fin de mes sea muy difícil� Para ella, los anticonceptivos son vitales tanto de cara a su propio futuro como al de sus hijos� “Con las sequías que sufrimos, ¿cómo iba a criar a otro niño? Ya me cuesta muchísimo alimentar a los cuatro que tengo� Desde que empezaron las sequías, tengo mucho miedo de volver a quedarme embarazada… Menos mal que aquí todavía hay planificación familiar”. La planificación familiar: una estrategia de supervivencia frente al cambio climático RELATO E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 59E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 59 Está claro que las tasas y tendencias de fecundidad provocan temores generalizados. Dicho esto, ¿cómo deciden los gobiernos si la tasa de fecundidad nacional es “demasiado baja”, “demasiado alta” o “la adecuada”? La tasa global de fecundidad —un indicador del promedio de hijos nacidos vivos que tiene una mujer a lo largo de su vida— se ha convertido en el indicador predilecto a la hora de valorar las tendencias de fecundidad y las diferencias que se manifiestan de un país a otro y entre grupos de población (Sobotka y Lutz, 2011). En los países sumamente desarrollados donde la mortalidad de menores de 1 año y de 5 años es muy baja y la masculinidad al nacer se sitúa en el índice natural, la tasa global de fecundidad que corresponde al nivel de reemplazo se acerca a los 2,1 hijos por mujer. Esa cifra (2,1) se ha convertido en el criterio de referencia para muchos encargados de formular políticas, incluso si las políticas demográficas no lo mencionan explícitamente (Sobotka et al., 2019). No obstante, centrarse ciegamente en la tasa global de fecundidad causa problemas, puesto que lleva a una concepción distorsionada de las perspectivas demográficas y, por tanto, políticas mal diseñadas. En primer lugar, la tasa global de fecundidad se apoya en múltiples conjeturas. El umbral de 2,1 hijos da por sentado el índice natural de masculinidad al nacer y una tasa de mortalidad muy reducida, aunque no son circunstancias universales. Para la mayoría de los países, la tasa de fecundidad en el nivel de reemplazo se sitúa entre 2,05 y 2,12. Sin embargo, en 18 países de África Subsahariana, dicha tasa oscila entre 2,30 y 2,65. Somalia, Sudán del Sur, el Chad y el Níger copan los primeros puestos (Gráfico 10) (DAES, 2022). Asimismo, la preferencia por los hijos varones y el > GRÁFICO 10 Variación global de la tasa global de fecundidad en el nivel de reemplazo, 2020 Fuente: Cálculos de World Population Prospects 2022 (DAES, 2022). 2,65 2,61 2,53 2,50 2,44 2,36 2,33 2,32 2,30 2,26 2,23 2,21 2,20 2,19 2,17 2,16 2,15 2,12 2,11 2,10 2,09 2,08 2,07 2,06 2,00 2,25 2,50 2,75 2,05Qatar Estados Unidos Sri Lanka Polonia Brasil Tailandia Irán Argelia Indonesia China Rwanda India Uganda Kenya Pakistán Angola Burundi Côte d'Ivoire Níger República Democrática del Congo República Centroafricana Somalia Sudán del Sur Chad Nigeria Las falacias de aspirar a una tasa de fecundidad en el nivel de reemplazo PUNTO DE MIRA ¿Demasiado alta?60 aborto en función del sexo del feto también pueden afectar enormemente al índice de masculinidad al nacer. Mientras que el índice natural de masculinidad al nacer se sitúa en torno a los 106 niños por cada 100 niñas, una evaluación mundial determinó que, durante los últimos tres decenios, el índice se ha trastocado por sistema en 12 países y regiones (por ejemplo, Armenia, Azerbaiyán, China, la India y Viet Nam) (Chao et al., 2019). Las Naciones Unidas calcularon en 2021 que los ejemplos más distorsionados de dicho índice se habían registrado en Azerbaiyán (113 niños por cada 100 niñas) y en China (112 niños por cada 100 niñas) (DAES, 2022). Al tener en cuenta el desequilibrio del índice de masculinidad al nacer, se modifica la tasa global de fecundidad en el nivel de reemplazo: si el índice de masculinidad al nacer es de 113 niños por cada 100 niñas, la tasa global de fecundidad debería incrementarse en entre un 7% y un 8% para llegar al nivel de reemplazo. Las tasas de fecundidad también reaccionan con intensidad a las conmociones externas y a la evolución de las condiciones sociales. Las crisis económicas, la agitación política, las epidemias (incluida la reciente pandemia de COVID-19) y la reforma de las políticas familiares pueden alterar considerablemente la tasa total de fecundidad. A menudo se trata de modificaciones temporales impulsadas no por cambios generales que afectan al tamaño de las familias, sino por las variaciones que se producen en la edad a la que se tienen hijos o el espaciamiento de los embarazos. En muchos países con tasas de fecundidad bajas, la tendencia a retrasar el momento de tener hijos implica que nacen menos bebés en cada época: cierto número de niños y niñas que nacerían hoy si la edad de procrear permaneciera estable podrían haber nacido uno o dos años después (o muchos años después) y, con cada vez más frecuencia, de padres y madres a finales de la treintena o principios de la cuarentena. Esta tendencia distorsiona los indicadores convencionales que miden la fecundidad (Bongaarts y Sobotka, 2012; Bongaarts y Feeney, 1998). Los investigadores han concebido indicadores de fecundidad que se adecúan a los efectos de la modificación de la edad a la que se tienen hijos (el “efecto tempo”). Por ejemplo, en la Unión Europea, el índice global de fecundidad total ajustado con base en el efecto tempo se situó en 1,72 en 2018, alrededor de 0,2 por encima de la tasa global de fecundidad convencional (Instituto Vienés de Demografía [VID], 2022). En los Estados Unidos, ese mismo índice se colocó 0,33 por encima de la tasa global de fecundidad convencional (1,73) en 2018 (VID, 2022).   Estas diferencias, que pueden parecer nimias, tienen consecuencias a largo plazo. Si el momento en el que se tienen hijos cambia y esas modificaciones se prolongan durante mucho tiempo, la tasa global de fecundidad puede no tener mucho que ver con el tamaño real de las familias que forman las mujeres en edad fértil. Chequia atravesó en 1999 una época de cambios sociales y económicos; durante este tiempo, la tasa global de fecundidad descendió hasta 1,13, lo que parece indicar que el país estaba lleno de familias con un solo hijo. Sin embargo, al analizar el tamaño de las familias de las mujeres que nacieron en 1970 (que alcanzaron el culmen de su edad fértil en 1999), el promedio se acercaba a los 1,91 nacimientos (Instituto Nacional de Estadística de Chequia, 2022; Human Fertility Database, 2022) (Gráfico 11). Considerar que la tasa global de fecundidad es el nivel de reproducción necesario para sustituir a una generación también conlleva presuponer que se trata de una población estanca sin migración. Sin embargo, apenas hay países donde no se registre migración internacional. La inmigración y la emigración repercuten en el crecimiento demográfico, así como en la estructura por edades y sexo de la población. En los países y regiones con migración neta positiva —entre ellos, la mayor parte de la Unión Europea, América del Norte y Australia, pero también muchos países de ingreso mediano—, la migración compensa total o parcialmente la escasez de nacimientos que conllevan las tasas de fecundidad bajas. Por el contrario, en los países donde hay mucha emigración —entre ellos, la mayoría de los países de Europa Oriental y Meridional—, la migración acelera la influencia que la baja fecundidad tiene en el descenso de la población y puede contribuir a que la sociedad envejezca a mayor velocidad. Al tener en cuenta la migración, el panorama de la fecundidad en el nivel de reemplazo cambia con creces (Parr, 2021; Preston y Wang, 2007). Países como Australia, Noruega y Singapur podrían registrar tasas de fecundidad bajísimas y aun así ver cómo su población crece a largo plazo. La estructura por edades de la población también proyecta la sombra del pasado en las tendencias demográficas presentes y futuras. Las poblaciones con muchas personas jóvenes y en edad fértil pueden crecer sin descanso durante decenios, incluso si la tasa de fecundidad es muy limitada y hay poca inmigración. Esta herencia de la > GRÁFICO 11 Tasa global de fecundidad (1960-2021) y tasa final de fecundidad de una cohorte (mujeres nacidas entre 1930 y 1980) en Chequia Fuente: Instituto Nacional de Estadística de Chequia (2022), Human Fertility Database (2022). Notas: La tasa de fecundidad de la cohorte en los últimos años de la edad fértil (de los 41 años en adelante) de mujeres nacidas entre 1975 y 1980 se calculó en parte. En el gráfi co, la fecundidad de cada año se compara con la fecundidad de la cohorte de mujeres que habían llegado al punto medio de su edad fértil (30 años) ese mismo año. 0,50 1,00 1,50 2,00 2,50 1930 1950 1970 1960 1980 2000 2020 Ta sa t ot al d e fe cu nd id ad d el p er ío do y ta sa fi na l d e fe cu nd id ad Tasa total de fecundidad del período Tasa final de fecundidad de una cohorte Año de nacimiento Año ¿Demasiado alta?62 estructura por edades en la población se denomina “impulso demográfico”. En cambio, las poblaciones de edades más avanzadas pueden menguar aunque las tasas de fecundidad sean elevadas. Utilizar la tasa global de fecundidad plantea todavía más problemas si se estudian las estructuras por edades de la población, puesto que las tasas de fecundidad que igualan o superan el nivel de reemplazo no se traducen en la estabilización de dichas estructuras. El principal factor que contribuye al envejecimiento de la población es el aumento de la longevidad, no la baja fecundidad. Muchos gobiernos han puesto en marcha políticas orientadas a potenciar o recortar la fecundidad que pueden vulnerar los derechos y libertades en materia de reproducción (Gietel-Basten et al., 2022), y a menudo esas políticas se basan en evaluaciones sesgadas que recurren a la tasa global de fecundidad y a la simplificación excesiva del concepto de la fecundidad en el nivel de reemplazo. Para evaluar el reemplazo generacional y las perspectivas de crecimiento demográfico como es debido, hay que tener presentes la estructura por edades de la población, la migración, las tendencias en materia de mortalidad, el índice de masculinidad al nacer y el efecto tempo. Además, el objetivo (implícito o explícito) que se fijan muchos gobiernos con respecto a la “estabilización” de la población a largo plazo —y por consiguiente, el crecimiento demográfico nulo— es un error y se basa en argumentos dudosos. Para empezar, las políticas públicas tienen poca incidencia en numerosos procesos demográficos, como la fecundidad y la migración. Por otra parte, no existen pruebas de peso que demuestren que estabilizar la población traería consigo las más altas cotas de bienestar y prosperidad social. (Por ejemplo, algunos estudios sugieren que, si la tasa de fecundidad es relativamente baja y la población va en declive, las condiciones materiales de vida podrían incluso verse favorecidas [Skirbekk, 2022; Lee et al., 2014]). No encontraremos soluciones duraderas en parámetros simplificados en exceso. En su lugar, sería bueno que los encargados de formular políticas respaldaran la recopilación y el análisis de más datos y de mayor complejidad que reflejen la evolución de las normas sociales, la transformación de las necesidades y los cambios que afectan a los objetivos de fecundidad. E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 63 ¿Demasiado baja? Capítulo 3 E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 65 (de la misma manera que surgirían otros si la tasa de fecundidad fuera muy alta o si la población experimentara un crecimiento moderado). En el ámbito local (por ejemplo, en zonas que atraviesan una recesión económica), el mantenimiento de la infraestructura y los servicios —como las escuelas, los hospitales y el transporte público— para la población restante es uno de los motivos de inquietud. En el ámbito nacional, estos motivos se multiplican y abarcan el miedo a la contracción del crecimiento económico general, la posibilidad de que la productividad se desplome debido al envejecimiento, las dificultades a la hora de financiar programas de prestaciones tales como las pensiones, la necesidad de aumentar los impuestos para sustentar la infraestructura y la pérdida de poder político y militar (Coleman y Rowthorn, 2011). Si bien los descensos de población no son nada nuevo, el contexto global sí lo es: se calcula que dos tercios de los habitantes del planeta viven ahora en un país o zona donde la tasa de fecundidad no alcanza el nivel de reemplazo. Esta situación, junto con el hecho de que cada vez más países tienen tasas de fecundidad más bajas, aviva la preocupación de que, si nada cambia, nos enfrentaremos al “colapso” de algunos países o incluso de la raza humana. Las reacciones de la población a este fenómeno son muy diversas: de esperanza a inquietud, pasando por vaticinios sumamente pesimistas que anuncian una “catástrofe demográfica” inminente (Kassam, 2015), una “crisis de natalidad” (Zecchini y Jones, 2022) o una posible amenaza para la “seguridad nacional” (Zhang, 2022). Ciertas respuestas en forma de políticas han optado por tomar medidas rotundas a fin de mejorar la salud materna, promover la igualdad de género y eliminar los obstáculos financieros que dificultan la formación de familias —dicho de otro modo, programas que respaldan los derechos y libertades—, mientras que otras siguen una línea más preceptiva que busca limitar la disponibilidad de anticonceptivos y prohibir o restringir las esterilizaciones voluntarias (Gietel-Basten et al., En 2020, los medios de comunicación internacionales informaron de “una caída en picado de la cifra de nacimientos a nivel mundial realmente desconcertante” (Gallagher, 2020) basándose en un estudio del Instituto para la Métrica y la Evaluación de la Salud publicado en la revista The Lancet (Vollset et al., 2020). Dicha afirmación se reprodujo en informes alarmistas sobre determinados países, sobre todo dos de los más poblados: “The Great People Shortage Hits China: The Country’s Shrinking Population Is a Grim Omen for the Rest of the World” (Dettmers et al., 2023) y “America Is Looking Down the Barrel of Population Collapse” (Cooper, 2021). A primera vista, tal vez resulte sorprendente que la idea de una “crisis de despoblación” (Musk, 2022) suscite preocupación dado que la población del planeta se ha duplicado con creces en tan solo 50 años. La tasa mundial de fecundidad se mantiene por encima de lo que se denomina “el nivel de reemplazo”, que se define como 2,1 nacimientos por mujer (para más información sobre los límites de esta unidad de medida, véase la página 60) (DAES, 2022), y hay previsiones fundadas de que la población del planeta seguirá aumentando hasta llegar a casi 10.000 millones de personas durante este siglo (Vollset et al., 2020). Sin embargo, el temor a la “despoblación” también crece. A lo largo de la historia, los descensos de población se han producido en el plano local, nacional e incluso mundial a raíz de factores como la migración, las guerras, las hambrunas, los desastres naturales y las enfermedades. Por desgracia, todas esas circunstancias siguen vigentes hoy en día. Sin embargo, en el plano nacional, muchos de los casos actuales de descenso de población se deben también a la caída de la tasa de natalidad por debajo del nivel de reemplazo, una tendencia que sienta las bases de gran parte de los discursos y preocupaciones en torno al descenso del tamaño de la población. En efecto, hay problemas bien documentados que tienden a aparecer cuando la tasa de natalidad se ralentiza o la población disminuye ¿Demasiado baja?66 2022; Population Matters, 2021). En numerosos contextos, la culpa se achaca a las mujeres, que suelen recibir el castigo por rechazar el matrimonio y la maternidad (He, 2022; Tavernise et al., 2021: Tramontana, 2021; Stone, 2018; Lies, 2014; Kelly, 2009); simultáneamente, se fomenta un modelo de feminidad más sumiso que trata de restablecer los modelos de familia y las dinámicas de género consideradas “tradicionales” (este tema se analiza más detenidamente en el capítulo 4) (Vida, 2019). Es habitual que estas políticas y discursos se combinen en una gran cantidad de países (Gietel-Basten et al., 2022; Population Matters, 2021). Las tasas de fecundidad no son el único mecanismo que influye en el tamaño de la población. Es más: desde la década de 1970, muchas partes del mundo han registrado tasas de fecundidad por debajo de cero sin que haya implicado una reducción de la población total porque lo normal es que en una gran cantidad de esos países haya inmigración neta (Simon et al., 2012; DAES, 2001). En opinión de los demógrafos de las Naciones Unidas, se espera que la tendencia continúe. Según el último informe World Population Prospects, “a lo largo de los próximos decenios, la migración se convertirá en el único factor que impulsará el crecimiento demográfico en los países de ingreso alto, a medida que la cifra de fallecimientos se incremente paulatinamente hasta superar el número de nacimientos” (DAES, 2022). Sin embargo, es habitual que esto también suscite preocupación que, con frecuencia, gira en torno a miedos de índole económica y cultural. Por ejemplo, se teme la repercusión que pueda tener en el mercado laboral, como que los migrantes poco cualificados provoquen el desplome de los salarios, que los migrantes “sobrecualificados” sustituyan a los trabajadores nacionales y que la desigualdad de los ingresos aumente. De hecho, no hay pruebas definitivas que zanjen esta cuestión (Orrenius y Zavodny, 2018) y, desde una perspectiva internacional, la migración entre países podría incluso mitigar las desigualdades a nivel mundial al conllevar el aumento de los salarios E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 67 de quienes están a la cola de la distribución de rentas a nivel mundial (Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina, 2016). También se teme que las normas sociales cambien rápidamente y que los migrantes se integren (o no). Uno de los miedos a los que se alude con frecuencia es que la migración equivale a importar delincuencia, pero los estudios han desmentido estas acusaciones en general (Knight y Tribin, 2020; Hagan et al., 2008). Todas esas inquietudes pueden dar más fuerza a los sentimientos etnonacionalistas (Gietel-Basten et al., 2022; Vida, 2019), ya que giran en torno a quién está dentro de la población, quién “forma parte del grupo” y quién no. El descenso de la fecundidad contribuye también al envejecimiento de la población. A grandes rasgos, el envejecimiento es el resultado previsible de la caída de las tasas de fecundidad y del aumento de la longevidad, un proceso que avanza en la misma dirección en todo el mundo, aunque no al mismo ritmo. Cuando las poblaciones envejecen, surgen motivos de preocupación al respecto, como la desaceleración de las actividades económicas y la carga que supone para la sociedad el cuidado de cada vez más personas (Anon, 2021; Bauer, 2021; Turner, 2009). Al igual que en el caso de los alegatos de que hay “demasiada gente”, concentrar la atención en si la población es “demasiado baja” trata la experiencia común de todo el planeta como si fuera un desastre en lugar de como una historia de avances y logros. La bajada de la tasa de natalidad y la mejora de la esperanza de vida son las señas de identidad de la transición demográfica, la trayectoria de desarrollo socioeconómico que los demógrafos observan desde hace decenios en los países donde la mortalidad y la fecundidad eran altas y han ido reduciéndose. Desde 1990, la esperanza de vida a nivel mundial se ha incrementado en casi 10 años (DAES, 2022). A escala internacional, la fecundidad ha pasado de un promedio de 5 nacimientos por mujer en 1950 a 2,3 en 2021, lo que indica que la población —y en especial las mujeres— ejerce cada vez más control sobre su vida reproductiva (DAES, 2022). En conjunto, estos progresos han llevado consigo que las mujeres y las niñas hayan podido romper a gran escala el yugo de los embarazos no deseados y no planeados incesantes. Sumado a esta liberación, el empoderamiento académico y económico que han conseguido ha desempeñado un papel fundamental en la mejora de su esperanza de vida y la de sus hijos. Son ventajas, no inconvenientes. Estos avances han de mantener su rumbo. ¿A quién se refieren al hablar de “una población demasiado baja”? A lo largo de la historia, el miedo a la “despoblación” ha estado muy ligado a la opinión de que “la unión hace la fuerza”. Se consideraba que la seguridad nacional exigía poder movilizar en masa a la población masculina si venían épocas de guerra; desde ese punto de vista, se necesita una población numerosa para mantener el poder económico y militar (Coleman y Rowthorn, 2011). Para esta filosofía, la reproducción es un acto de patriotismo hacia el Estado. “Los hombres brindan al país sus espadas y lanzas, pero las mujeres brindan a sus hombres”, aducía un libro en 1912 (con un título muy revelador: Race Suicide (El suicidio de la raza) (Iseman, 1912). En tiempos más recientes, se esgrime menos a menudo el argumento militar para influir en el tamaño de la población, aunque el interés por la “seguridad demográfica” —el estudio del efecto de los perfiles demográficos en la seguridad nacional— sigue siendo objeto del estudio de científicos y otros agentes. En la actualidad, la única región del mundo en la que se espera un descenso global de la población a corto plazo (entre 2022 y 2050) es Europa, donde la tasa de fecundidad ha permanecido por debajo del nivel de reemplazo desde finales de los años setenta y, según el informe World Population Prospects 2022, se espera que la tasa de crecimiento demográfico se sitúe en -7%. Se espera que la población de otras regiones —Asia ¿Demasiado baja?68 Central, Sudoriental y Meridional, América Latina y el Caribe y América del Norte— siga aumentando, pero que llegue a su máximo antes de 2100 (DAES, 2022) (véase el gráfico 24 en la página 129). Sin embargo, el miedo al “hundimiento de la sociedad” es omnipresente y, en muchos casos, tiene un subtexto: no todas las poblaciones en declive causan el mismo grado de preocupación. Dicho de otra forma, la angustia provocada por la ralentización o contracción del crecimiento demográfico casi siempre gira en torno a la baja tasa de natalidad de subgrupos específicos de la población; así pues, se evidencia que gran parte de esta preocupación no viene motivada simplemente por la fecundidad, sino por la inmigración, la etnia, la raza y la política que aborda qué personas deberían reproducirse. Es habitual que los actores políticos del ámbito estatal echen mano del relato de la “despoblación”. Algunos políticos piensan que la “demografía estratégica” (recurrir a la demografía en cuestiones políticas) es un recurso eficaz para cosechar simpatías (Teitelbaum, 2015). De hecho, en numerosos países y con el objetivo de recabar apoyos, ciertos dirigentes, partidos y movimientos políticos infunden miedo al cambio demográfico y hacen hincapié en el descenso de la fecundidad y el punto bajo en el que se encuentra bien como un motivo de ansiedad por sí solo, bien como parte de los cambios que ha generado la inmigración (Gietel-Basten, 2016). Aunque estas inquietudes no tienen por qué ser de índole etnonacionalista, la reacción ante ellas sí suele serlo. El etnonacionalismo subraya el estrecho vínculo entre la etnia o la religión y la nacionalidad. Los movimientos políticos de este tipo están presentes en todas las regiones del mundo y en países de ingreso alto, mediano y bajo. Su táctica para obtener apoyos consiste en dar la voz de alarma sobre el debilitamiento de un grupo étnico o religioso en concreto, a menudo aludiendo a que su tasa de fecundidad es inferior a la de otros grupos o con afirmaciones sobre las diferencias en materia de fecundidad aunque existan pocas o ninguna (Jeffery y Jeffery, 2022; Parrado, 2011). En los países de ingreso más alto y en las regiones con una afluencia considerable de personas inmigrantes—como Europa y los Estados Unidos—, los agentes etnonacionalistas también expresan su reticencia hacia la inmigración, a la que presentan como un riesgo para la economía E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 69 > Los casos extremos entran en escena Una manifestación extrema del etnonacionalismo en Europa y otras naciones de mayoría blanca que trasciende las fronteras nacionales es la ideología del “gran reemplazo”� La expresión “gran reemplazo” fue popularizada por Renaud Camus, un escritor francés que alegó en 2011 que la inmigración procedente de Oriente Medio y Norte de África acabaría sin remedio con la “cultura” francesa (Camus, 2011)� Aunque Camus fue quien bautizó esta idea, el concepto en sí existe desde hace mucho tiempo, tal y como demuestran las políticas discriminatorias encubiertas y patentes hacia grupos marginados que se aplican en todo el planeta� En muchos lugares, el foco primordial de la “amenaza” se expresa con frecuencia en términos raciales, con afirmaciones de que la “raza” blanca corre peligro de quedarse atrás en cuanto a natalidad debido a que las “razas” negra y marrón tienen una mayor tasa de fecundidad, además de ver cómo su cultura se diluye debido a la inmigración de dichas “razas”� La expresión “genocidio blanco” también se utiliza junto con “gran reemplazo”� Esta teoría es un despropósito desde el punto de vista genético (es imposible establecer distinciones entre “razas” mediante la genética [Asociación Estadounidense de Antropólogos Biológicos o AABA, 2019]), antropológico (no existe una única identidad “blanca”, [Alba, 2018]) y demográfico (la teoría se basa en determinadas predicciones demográficas que resultan poco probables [Root, 2019]), pero la ideología persiste� Si bien lo más común es que esta ideología se asocie a países de Europa y América del Norte (un sondeo de 2021 indica que a dos tercios de los encuestados en Francia les preocupaba el “gran reemplazo” [Anon, 2021a]), se ha constatado la existencia de otras versiones en diversos contextos de todo el planeta, de modo que se crean enfrentamientos no solo entre razas, sino también entre religiones, etnias y otras características de pertenencia a grupos� No cabe duda de que el uso (correcto o incorrecto) de estadísticas demográficas como método para ahondar en las discordias sociales viene de largo y está muy extendido� En la India, por ejemplo, el auge del nacionalismo a principios del siglo XX iba de la mano de un discurso que giraba en torno al aumento de la tasa de fecundidad de la población musulmana del país, vinculado al temor infundado a que el hinduismo corriera peligro (Mukerji, 1909)� En ese miedo influyó la interpretación sesgada que se hizo de los datos demográficos recopilados en los censos previos (Bhagat, 2012), todo un ejemplo de que la información puede utilizarse de manera incorrecta� En los peores casos, la deshumanización y los discursos extremistas desembocan en actos de violencia organizada contra grupos de personas, como el genocidio� En tiempos más recientes, los investigadores han empezado a observar y estudiar los mecanismos por los que ese tipo de lenguaje también puede incitar a que cualquier desconocido cometa de modo fortuito actos violentos, lo que se conoce como “violencia estocástica” (Amman y Meloy, 2021; DeCaprio, 2020)� En vista de la facilidad con la que se pueden politizar los datos demográficos, algunos países han optado por no recabarlos o no publicarlos� Kenya no publicó sus datos censales sobre etnias en 1999 por temor a que la filiación política de los diversos grupos étnicos se aprovechara para sembrar la discordia (Balaton-Chrimes y Cooley, 2022)� En el Líbano solo existe un censo, que se llevó a cabo en 1932 (Faour, 2007) y no se ha repetido desde entonces por miedo a que los datos demográficos sobre el tamaño de las poblaciones correspondientes a los diversos grupos religiosos del país rompieran el equilibrio de fuerzas entre ellos (Maktabi, 1999)� Asimismo, Bélgica no recoge información sobre la cantidad de hablantes de los idiomas oficiales del país (Ronsijn, 2014; EFNIL, 2009)� ¿Demasiado baja?70 y la cultura (Huntington, 2004; Sartori, 2002). En los países donde hay menos inmigración, pero la población es diversa, a menudo se describe a las minorías étnicas o religiosas como una “amenaza”. Tanto a lo largo de la historia como hoy en día abundan los ejemplos de movimientos políticos que ponen en el punto de mira a subconjuntos particulares de la población. Esas tácticas generan en algunos países discordias entre diversos grupos de la sociedad o empeoran las que ya existían (Layton et al., 2021). Opiniones de la población Según parece, la angustia motivada por la “despoblación” y el “descenso demográfico” es una postura minoritaria. La encuesta de YouGov preguntó a una muestra representativa compuesta por casi 8.000 adultos de ocho países si creían que la población nacional era demasiado numerosa, demasiado escasa o la adecuada (los encuestados también tenían la opción de responder que no lo sabían). En los ocho países, la respuesta más habitual era que la población nacional era demasiado alta o la adecuada, por encima de demasiado escasa. El mayor porcentaje de personas que afirmó que la población era demasiado baja —el 36%— se registró en Hungría, pero incluso allí se trataba de un punto de vista minoritario. Hungría fue también el único país del estudio que experimentó un crecimiento demográfico negativo regular durante los últimos cuatro decenios. Al examinar las respuestas de quienes pensaban que la población de su país era demasiado escasa, se detectó una diferencia de género interesante: se trataba de una opinión más extendida entre los hombres que entre las mujeres (Gráfico 12). En Francia, el Japón y los Estados Unidos había más hombres que argumentaban que la población del país era demasiado baja (en Francia, un 16% de hombres frente a un 10% de mujeres; en el Japón, un 22% > GRÁFICO 12 Proporción de hombres y mujeres en los ocho países encuestados que pensaban que el tamaño de la población nacional era demasiado reducido Fuente: UNFPA/encuesta de YouGov, 2022. 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45% India NigeriaEgiptoBrasil Estados Unidos Francia JapónHungría Po rc en ta je Mujeres Hombres E S TA D O D E L A P O B L A C I Ó N M U N D I A L 2023 71 frente a un 14%; y en los Estados Unidos, un 11% frente a un 5%). Al evaluar las respuestas de quienes creían que la tasa de fecundidad nacional era demasiado baja, también se apreció una diferencia de género. En la mayoría de los países —y sobre todo en Hungría, Francia, Nigeria y los Estados Unidos—, opinar que la caída de la tasa de fecundidad tendría un efecto nulo era más habitual entre las mujeres, mientras que los hombres eran más propensos a comentar que tendría un efecto negativo. En todos los países, los hombres tenían más tendencia que las mujeres a pensar que el aumento de las tasas nacionales de fecundidad sería algo positivo (si bien en el Brasil y la India la diferencia de género quedaba comprendida dentro del margen de error). Dichos resultados plantean la posibilidad de que los hombres se inclinen más por la visión de que el descenso de la población y la tasa de fecundidad nacionales plantea un problema, así como por considerar que el aumento de la tasa de natalidad es una solución. Por su parte, las opiniones sobre la inmigración fueron muy heterogéneas. En seis de los países (con la excepción del Japón y Nigeria), la opinión más > Cae el número de espermatozoides: ¿hay de qué preocuparse? La preocupación por la pérdida de población se ha manifestado en lugares inesperados, como investigaciones científicas que apuntan a que el número de espermatozoides va disminuyendo� Desde luego, hay razones para creer que el aumento del nivel de microplásticos, las sustancias químicas que perturban el desarrollo hormonal y de las emisiones de carbono puede repercutir en el germoplasma de los seres humanos, lo que quizás desembocaría en infertilidad sin causa aparente� Algunos estudios señalan que el alto grado de contaminación atmosférica ha comenzado a afectar a la calidad y la viabilidad de los espermatozoides (Zhao et al�, 2022)� Esos resultados han incitado a los estudiosos a preguntarse si la contaminación del aire ambiental supone un factor de riesgo para la fertilidad (Pedersen, 2022)� Es posible que la contaminación del agua y de los sistemas fluviales esté teniendo un efecto análogo en la salud reproductiva (Brown, 2002)� Además, hoy en día disponemos de pruebas sólidas de que el aumento de las temperaturas a nivel mundial plantea un riesgo para los resultados de salud; más concretamente, un aumento de la cifra de partos prematuros (Clougherty y Burris, 2022)� Estos estudios han ocasionado que algunas voces hayan declarado que la raza humana se encuentra “en situación de peligro” (Swann, 2021)� Aun así, otras voces han advertido que, si bien es probable que los factores ambientales y de costumbres hayan contribuido a la caída del número de espermatozoides y a la alteración de su movilidad y morfología, las cifras siguen “muy por encima del punto de referencia límite en circunstancias normales” (Tong et al., 2022)� Como ya se comentó en el capítulo 2, la interrelación de la degradación ambiental y las tasas de fecundidad sí es un motivo legítimo de preocupación, pero que hay que abordar con cautela y prudencia� ¿Demasiado baja?72 extendida sobre la inmigración era que los índices nacionales de aquel momento eran demasiado altos. En Francia, el Brasil y los Estados Unidos, más de la mitad de los adultos afirmó que hay demasiada inmigración en la actualidad. Con la salvedad de Hungría, en todos los países existía una correlación entre el grado de exposición a discursos, mensajes o medios de comunicación que abordan el tamaño de la población nacional o mundial y la tendencia a pensar que las tasas de inmigración eran demasiado elevadas. Por su parte, la exposición a conversaciones y mensajes de este tipo en Hungría estaba vinculada a la opinión de que la población nacional era demasiado escasa. Las inquietudes en torno al cambio demográfico también variaban según el país y la edad. En Hungría, por ejemplo

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